La historia de los judíos en Iquitos es fascinante. De todos. De uno de ellos me he interesado en los últimos días a raíz de una invitación de Jorge Bensimón, presidente de una asociación de peruanos/amazónicos de nombre esperanzador: “unidos somos más”, que me permitirá conocer la tierra santa.

Su padre llegó por el año 35 del siglo pasado a Iquitos, traído por su hermano Halman, ambos habían nacido en Badislao, Polonia. Él, ya en el 2019, piensa llegar a Israel, primero como visitante, luego como residente, porque por esas tierras están sus hijos, que llegaron desde Iquitos. Él es miembro de una segunda generación de judíos, de los pocos que quedan en la capital de la región Loreto. Es Jorge Abramovich, presidente de la centenaria Sociedad de Beneficencia de Israel en Iquitos.

No existe registro documentado sobre la llegada del primer judío a Iquitos. El escritor amazónico, Miguel Donayre Pinedo, afirma que en una época en la capital de la región Loreto era importante la presencia judía y que en los tiempos de la goma hubo una rebelión encabezada por un judío de apellido Cazes, que se había levantado contra los excesivos impuestos de Lima. Aunque en las memorias escritas por Roger Casemet hay un Cazes que no queda muy bien parado. El irlandés, sin embargo, escribió que los empresarios judíos en plena época del caucho eran los más influyentes en Iquitos.

A pesar de ese vacío es innegable que por las calles de Iquitos caminaron judíos en los últimos años del siglo 18 y primeros del 19. En la actualidad la presencia de judíos no es tan notoria como en esos tiempos, todavía hay quienes tratan de mantener las costumbres religiosas de los lugares donde partieron sus ascendientes. Así, por estos años, en Iquitos la Sociedad de Beneficencia de Israel tiene una vida activa y su actual presidente, Jorge Abramovich, nos ha abierto las puertas del templo, de la sinagoga y, también, de su memoria para recordar a la colonia israelí que siempre fue mayoritariamente sefardita, tal como lo corroboró el rabino que por los años de 1948 se convirtió en el primero en visitar Iquitos y notar el cariño que provocaban entre los iquiteños los que llegaron mayoritariamente de Marruecos, pero también de otros países europeos.

Es difícil ubicar la fecha de la llegada de los judíos a Iquitos pero es indudable que ellos no tenían ninguna relación con los que llegaban a Lima. Es más, en alguna oportunidad Ronald Reátegui Levi, antecesor de Jorge Abramovich en la Beneficencia, se quejaba de la forma en que los judíos “limeños” se referían a los loretanos, como “cholos”. Los sefarditas ingresaban a Iquitos por Manaos o Belém do Para y tampoco mantenían relaciones con los habitantes judíos de esas localidades. La mayoría de ellos triunfaban en los negocios pero no habían constituido familias con mujeres judías, sino que lo hacían con damas de Iquitos. Varios tuvieron hijos que no mantenían dentro de su descendencia los ritos religiosos, cuando el judío por diversas razones regresaba a su tierra. Tal era el movimiento y presencia judía en Iquitos que compraron a la Beneficencia Pública un terreno donde levantaron uno de los dos únicos cementerios judíos que existen en Perú y que actualmente se encuentra dentro del Cementerio General de Iquitos. Allí hasta la actualidad se entierran a los judíos con los ritos propios de la religión que profesan.

Las historias sobre judíos que dejaron familia en Iquitos son diversas. Una llama especialmente la atención. La de René Hirsh, quien luego de permanecer varios años en la Amazonía, regresó a su tierra dejando tres hijos, uno de nombre Raúl de dos años y otros más pequeños, según refiere León Trathemberg en uno de los pocos textos que trata sobre el tema. La madre, Edelvina Casanova, siempre mantuvo las costumbres del padre entre ellos, quienes incluso contaban años más tarde los motivos del regreso de René. La debacle del caucho provocó la quiebra de sus negocios y se marchó por las mismas razones que vino: en busca de mejores condiciones para progresar.

Hay varios momentos y lugares de la migración judía a Iquitos. Una, la primera, se produjo entre los años 1,880 y 1,900 marcada por la época del caucho y luego vinieron otras, como las posteriores a la Primera Guerra Mundial y también después de la Segunda Guerra. Los judíos ya instalados en Iquitos destacaron en la vida pública. Benjamín Medina fue Alcalde de lo que se llamaba el Bajo Amazonas entre 1877 y 1879, años después se convertiría en la provincia de Maynas, con Iquitos como capital. Los Bendayán, Benzaquen, Abensur fueron los más conocidos en la política, los dos primeros diputados y el segundo dos veces alcalde de Maynas. Don Joaquín Abensur Araujo, cuyos padres llegaron desde Marruecos, tenía el acervo documentario de la Sociedad de Beneficencia Israelí, pues fue su presidente. Esos documentos han desaparecido y con ello buena parte de la historia de los Bensimón, Cohen, Bendayán, Abramovich, Hirsh, Weisselberger, Israel y más. Don Víctor Israel, por ejemplo, fue un próspero empresario quien junto con otros fundó la Beneficencia.

Jorge Abramovich ante nuestra pregunta si va ir a la tierra de su padre, nos dice que piensa ir a Israel, tiene conocimiento de la forma cómo viven los que han llegado desde la selva peruana, sabe que en Beer Sheva hay una colonia charapa numerosa y por eso no descarta la posibilidad de algún día llegar primero de paseo, luego hasta quedarse, como repitiendo la historia de su tío, de su padre y de tantos judíos que llegaron hace más de un siglo a Iquitos en busca de mejorar su vida y mejoraron la de todos, de los loretanos, de los amazónicos, de los seres humanos en este mundo.

La historia de don Jorge Abramovich puede ser la de cualquiera de los judíos de primera, segunda o tercera generación, de los que un día llegaron a una tierra desconocida pero que también algún día se juntarán en la tierra prometida.