Percy Vílchez Vela

Todo comenzó con una serie de bostezos en los momentos de las reuniones cumbres, de las altas citas del poder.  Nadie sospechaba entonces que el mandatario Martín Vizcarra se aburría olímpicamente en las sesiones del máximo poder. Luego vino un tiempo en que el presidente de los peruanos daba cabeceadas de sueño en los momentos más decisivos de su mandato. Nadie dio importancia a semejante conducta y pronto aparecieron las escenas donde el mandatario se dormía de improviso. Cuando estaba hablando con entusiasmo y pasión, de pronto y sin previo aviso, se le venía un sueño descomunal y entraba en ruidosos ronquidos. Después venía la etapa de dormido que era el acabose. Porque así dormido,  y con ronquidos,  el presidente siguió gobernando a sus súbditos.

En un principio sus funcionaros o asesores querían despertarle apelando a ruidos, palmadas y señales en el aire, pero el mandatario seguía durmiendo plácidamente. Era el momento del sueño más profundo. Lo peor era cuando en plena sesión de ministros, en pleno discurso ante la multitud, en plena caminata por algún lugar alejado de la republica perulera, en alguna reunión con dignatarios de otros países, se quedaba dormido. Era el acabose y alguien tenía que relevarle en esas circunstancias. Lo extraño de todo es que nadie de su país quiso vacarle, sacarle del poder o curarle de esa rara enfermedad. En cierta ocasión, mientras daba un encendido mensaje a la nación, se quedó dormido plácidamente. Así dormido viajó a la bella ciudad de Iquitos. 

En una cama de dos plazas fue desembarcado del avión, mientras roncaba con ruidos estrambóticos. Así dormido fue paseado por las principales dependencias públicas que iba a visitar despierto. Después, así dormido, fue llevado a inaugurar algunas obras que su gestión había comenzado con una fuerte inversión. Completamente dormido, y cubierto con frazadas y sábanas,   fue embarcado en un helicóptero para visitar un campamento petrolero. Después, sin que pudiera despertarse, fue llevado a la capital peruana. Desde ese momento el mandatario no se despierta y así dormido sigue gobernando este país de ensueño.