En el capítulo de las bibliotecas recuerdo que en mis años de estudiante he ido muy poco a la biblioteca municipal de Isola Grande, la que quedaba en plena Plaza de Armas, fui solo cuando estudiaba la secundaria. Era para consultar de algún tema en concreto que pudiera ser de biología. Era una biblioteca poco estimulante para mí, me distraía la bulla urbana. Confieso que procrastinaba con mucha facilidad. No tenía información si había alguna red de bibliotecas por la ciudad, seguro que no la hay hasta ahora. Recuerdo la última vez que estuve me costó llegar a la biblioteca municipal, si mal no recuerdo está ubicada por el local de la Alianza Francesa. La biblioteca me parece que no había innovado mucho. Observé grandes librerías y personas que pedían un mejor trato a la biblioteca ante las continuas mudanzas que sufrían. Otra vez aparecía la bulla como protagonista, allí no era un buen lugar para estimular la lectura. La clase política de todos los partidos le hacen un flaco favor a las bibliotecas en la maraña. En el distrito de Punchana, lugar donde pasé mi adolescencia, simplemente, no había biblioteca, la desaparecieron del mapa ¿es posible tamaña estupidez? Pues, sí. En la ciudad de Nauta, a unas horas en automóvil de Long island, la situación es peor, los políticos han mirado para otro lado. En Nauta por el lugar privilegiado geográficamente en la que está sí que supone un gran reto se podía implementar una política cultural del libro teniendo en cuenta aspectos urbanos y rurales- en Ihla Grande también supone el mismo reto por la misma situación. Hablar de librerías en Nauta, Punchana ya supone toda una distopía. Pensar en estimular las capacidades como el leer a la ciudadanía de parte de los dirigentes políticos les supone un descalzaperros brutal. Los tristes trópicos.
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