Sin rencores ni ataques, lamentablemente, digo que es visible un Palacio de Gobierno con aspecto fúnebre. Una casa que ha sido asechada por un sismo como regalo de navidad que lo dejó en escombros y mañana la réplica del mismo determinará el posible colapso de sus habitantes y confines.
PPK aún trata de mantener en pie su postura de presidente intachable y honesto, es decir “limpio” de polvo y paja llamada “coimas de Odebrecht”, pero, ha demostrado hasta ahora no poder sostener el techo caído entre ventanas en estallido de su plan de gobierno, y todo parece que tampoco podrá hacerlo en lo que queda de su mandato.
La crisis actual no puede ser meramente trivial. Logra generar un rechazo absoluto que llega a afectar a todos los ex-presidentes vivos, al Congreso, al Tribunal Constitucional, a los partidos políticos y otras instituciones. Para la memoria histórica vale recordar la última vez que el país estuvo en punto de quiebre, donde se desterró del poder al fujimontesinismo, pero en ese entonces el colapso no fue generalizado. Mientras ahora, PPK se ha dedicado en evitar que alguien más tome el poder dejando al Perú a la deriva en un río de agua estancada.
Para ahorrarse una mayor disputa con el Legislativo lo normal sería que el mandatario renuncie, pero claro, esa idea es algo utópica en su caso. Defender su permanencia es su don, su maldición.
Es obra o estrategia mal guiada propia de Kuczynski desde el principio no haber creado en el contexto idóneo la cuestión de confianza y solo haber esperado que el tiempo responda por la incertidumbre que él prefirió mantener. Y llegado el pedido de vacancia anterior del cual se salvo de suerte solo hizo traerse abajo el respaldo antifujimorista con un indulto cuestionado.
El presente pedido de vacancia tiene en el fondo como historia causante la herida de ese indulto y bueno como razón superficial los datos reveladores de las posibles negociaciones de las empresas del presidente con hombres fuertes de C.
La salida del poder, se quiera o no, se decidirá mañana en el último momento, no precisamente tras el descargo magistral que pueda ofrecer la defensa de PPK, que pueda mostrar los riesgos que puede traer un Legislativo todopoderoso como una apertura a un golpe de estado al sistema democrático, sino en los pasillos del Congreso donde los agentes del Ejecutivo agotaran sus estrategias de negociación con ofrecimientos poderosos a congresistas para ganar votos a favor.
De hecho, lo digo con énfasis, que para gobernar es muy importante una conciliación entre los poderes de estado y como menciona en su último artículo Federico Salazar: “Lo importante no es la vacancia, sino la recomposición del balance de poderes. Con o sin Kuczynski, no habrá gobernabilidad si no hay algún tipo de entendimiento”.