Cuando de niño, en el barrio de mis amores, con los amigos nos divertíamos y fortalecíamos nuestra capacidad lúdica y sobre todo los lazos de hermandad, apartados del mundo tecnológico, una de los métodos para decidir por el ganador/perdedor solía ser el juego de las monedas (cara y cruz). Dejar en manos de la suerte el destino de cada uno en esos momentos de elegir capitanes en las “pichanguitas” de futbol o, en el más intrigante pero emocionantes de los casos, elegir a susodicho afortunado para acercársele a la bella joven, de quién todos los muchachos estaban “templados”, e iniciarle una prolongada plática con tal de obtener información sobre sus gustos y disgustos, sus sueños y fracasos.
Esos son los recuerdos que a mi mente invaden en un momento de análisis sobre la realidad nacional. Distinguir en PPK un presidente que parece ser un novato estratega, poniendo en juego su destino como mandatario al “cara y cruz”, una representación tampoco ajena a su personalidad múltiple en su desempeño como defensor del modelo democrático e imagen de líder carismático. Hechos que le continúan jugando un mal partido, con el peligro de presentársele una segunda moción de vacancia en los meses próximos.
La semana pasada Pedro Pablo Kuczynski, en una presentación pública para la inauguración de una reciente pista asfaltada, se exhibió con sus vicepresidentes: Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz. Esa es una clara movida política suya para mostrar que sus relaciones reflejan una sólida unidad y que el trabajo entre los tres es colaborativo. Parece esa una señal similar a la mostrada en diciembre en vísperas de la votación para su vacancia, donde apareció en público, amainado por sus vicepresidentes, diciendo que frente a una posible destitución del cargo sus legales sucesores se irían con él.
En ese entonces ese movimiento le sirvió para atemorizar a los legisladores de izquierda, quienes prefieren a cualquiera en vez de algún fujimorista para la presidencia. Algo que ahora no garantiza la inmunidad de PPK ante una inminente crisis política para su estabilidad. Pues en estos momentos es necesario que salga a dar la cara a la prensa no oficial, con tal de aclarar los rumores de su cercanía con Odebrecht. Asimismo, sería necesario que se emprenda por cumplir con su plan de gobierno ejecutando proyectos a favor de la formalización del empleo, por ejemplo.
En ese sentido, también hizo gala de su furor social y mediático con algunos vanos anuncios sin responsabilidad de consecuencias o fundamentos técnicos, que representan como menciona Marco Sifuentes una “demagogia de salón”. De modo que estos mensajes no son las más grandes y suficientes estrategias políticas para activar el fervor de las masas y salvar a un régimen que parece hundirse dramáticamente como en la película “Titanic” interpretada por Di Caprio.
Esos anuncios demagógicos, obviamente, son el retiro de la invitación a Nicolás Maduro y el aumento del sueldo mínimo. Más allá de los anuncios en sí, que a primera vista son anuncios positivos, claro, pero que con una mirada profunda no resisten por ser unas simples mordidas superficiales de populismo que ocultan su intención de entretener a las masas, para que se deje de presionar la llaga en la herida para el país llamada “Lava Jato”.
En el primero de los anuncios vale recalcar que Maduro fue invitado a la Cumbre de las Américas por nuestro mandatario, a través de una carta en la que expresaba muestras de estima llamándolo “excelentísimo” y en la que garantizaba para su homólogo venezolano “las seguridades” de “mi más alta consideración y estima” como todo ejemplo de reconocimiento a un gobierno. Dicha muestra solemne se suscitó hace tres meses. Pero, ello llama la atención sobre el cambio en el trato, acaso el régimen de Maduro, ¿Muestra más rasgos de dictadura ahora que entonces? ¿Hubo una transformación tan rápida y fundamental en Venezuela que logre justificar un cambio de opinión así de radical en el presidente peruano?, o mejor dicho lo que ha cambiado es la situación en el Perú. Pues, PPK más que un referente de democracia es un peligro para ella, porque después de un indulto cuestionable al líder de un régimen que en la segunda mitad de la década de los 90´ presentó características totalitarias y dictatoriales, aspectos que recaen como calificativos al gobierno de Venezuela.
De ello, se extrae la doble moral de Kuczynski con tal de sobrevivir por los más de dos años que le quedan, creando cortinas de humo para entretener a la población y a los medios principalmente, haciendo que estos aparten su foco de atención en el escándalo de corrupción.