Viajeros en tren (4)

Por Miguel Donayre Pinedo

A punto de salir de Burdeos nos topamos con la Vuelta a Francia, es la competencia por lo que todo francés o francesa quiere estar. Son fanáticos, es una institución social como el pan francés. Me parece una devoción sana y ecológica. Amén del revuelo mediático y comercial del mismo. La caravana previa a que pasen los ciclistas demora como cuarenticinco minutos. Son los auspiciadores que van regalando un poco de todo, y la gente se desespera por cogerlos. Casi se arranchan a lo bestias. El gentío espera por varias horas pegados al camino por donde pasarán los ciclistas. Esta vez estaba muy peleado el primer lugar entre Alberto Contador y Andy Schlek. Vaya pelea por el maillot amarillo, camiseta que lleva quien lidera esta competencia de alto nivel. La llegada de la vuelta a Francia por esos pueblos anima un montón como es el paso de Pau donde pasamos unos días. Se transforma todo. Es un pequeño revulsivo a la vida en provincias. Lo vimos pasar en apenas segundos. En un abrir y cerrar de ojos. Juro que apenas divisé el caso de protección de los corredores y el público estaba en delirio. Aplaudía a rabiar. Y luego, todo volvió a la normalidad.