Eran los principios del 2000 más o menos y la Av. Quiñones en Iquitos; tenía como inquilino a uno de esos llamado para entonces “Antros” de perdición y lujuria masculina travestida escandalosa; era el palacio de muchos quienes comenzaban en el ambiente pero no se atrevían ni siquiera a asomar sus plumas por allí ya que solo el hecho de  entrar a sus instalaciones significaba ser un maricón escandaloso; eran otras épocas de hecho solo en las peluquerías se hablaba de las juergas interminables de LA JARRA ; si la Jarra ese lugar mágico que se transformaba en el lugar perfecto para soltarse las trenzas cuando la noche de apoderaba del cielo Loretano.

Trato de resumir todo lo que he vivido a la Jarra y me pierdo entre mis recuerdos , pero sobresalen algunas de ellas; La Mansón en verdad nunca supe su nombre real solo que fue el primer drag queen de Iquitos era inevitable que pasara desapercibido porque un sábado te daba la bienvenida con ese cariño de cabra mientras su pestañas con escarcha y su labial negro azabache estampado en sus labios agrietados hacían gala de su escandalosa extravagancia; otro fin de semana podrías verlo enfundado en una blusa de malla de cocos mientras sus vellos del pecho se expulsaban a sí mismos como queriendo bailar al ritmo de Alaska y Dinarama.

Y es que nadie en esta época me cree cuando hablo de lo que vi allí; a las mejores travestís de Iquitos, bellas , exuberantes , poderosas , frontales, reales y es que verlas llegar a LA JARRA era todo un ritual, No había repetición de vestido en ellas, los zapatos de tacos acrílicos transparentes  desfilaban al galope de ellas siempre regias sin duda, las cabellos de están monumentales féminas amazónicas no eran más que una cuidadosa y fina lana color negro, si de esas que usan para tejer chompas y abrigos y es que para la época llevar un cabello natural o una peluca era todo un lujo que no todas se podrían dar; sin embargo danzar en LA JARRA no tenía precio y menos aún beber una jarrita de Naranja Mecánica unos de sus tragos emblemáticos y que ningún bar ha logrado imitar era la ambrosía de esas noches y cual receta jamás fue ni será revelado a su público cautivo que convirtió a este lugar a su favorito; sin contar los carnavales y las fiestas de fin de año que se prolongaban hasta por tres días seguidos.

En pleno auge y como pasa siempre aparecieron similares sitios a LA JARRA los que pese a su esfuerzo no llegaron a tener el éxito empresarial, EL GATO NEGRO se posiciono casi frente aunque podías encontrar algunos soldados Trejos y buenos la música y los tragos no pasaba nada; LA LUNA AZUL se decía que era solo para “ahombradas” mucha decoración pero nada de sentimiento mariconera.

A partir de declive de imperio de LA JARRA cuenta la historia (en realidad soy yo quien lo contara) que se abrieron los ojos y el bolsillo de otros audaces dueños de locales que invirtieron en la “chiveria” loretana pero de los cuales escribiré en mi próxima publicación.

Pintura al oleo de : Christian Bendayan – La Jarra