Promoción 1983, cinco veces campeones.

[et_pb_section fb_built=»1″ _builder_version=»3.20.2″][et_pb_row _builder_version=»3.20.2″][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.20.2″][et_pb_gallery fullwidth=»on» max_width=»69%» _builder_version=»3.20.2″ gallery_ids=»238235,238234,238233″ module_alignment=»center»][/et_pb_gallery][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=»3.20.2″][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.20.2″][et_pb_text _builder_version=»3.20.2″]

CADA MES LOS EXALUMNOS AGUSTINOS RADICADOS EN LIMA GRITAN:

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Twiter: @JaiVasVal

Facebook: https://www.facebook.com/JaiVasVal

Este mes de mayo campeonó por quinta vez la promoción 1983 del colegio San Agustín y todos corearon la consabida frase: “Y ya lo ven, y ya lo ven, somos campeones otra vez”. El reencuentro deportivo de exalumnos agustinos de Iquitos que radican en Lima es único en su especie, se desconoce la existencia de una colonia de exalumnos que organice algo parecido. Y eso se debe a un grupo de compañeros que a pesar de las dificultades no desmayan en el empeño de juntar a los agustinos mensualmente con el pretexto de jugar al fulbito.

Más allá de algunos actos antideportivos de quienes creen que el fulbito es compatible con el boxeo o la lucha libre, mensualmente se nota un compañerismo dentro y fuera del campo de juego. Fuera de las canchas los recuerdos, añoranzas y semblanzas mutuas es denominador común entre los exalumnos agustinos.

El último domingo de cada vez los exalumnos agustinos de Iquitos que radican en Lima piden permiso en su casa. Los que no pueden tramitar ese permiso llevan a sus esposas. Pero la mayoría llega acompañado. Varios llegan desde diversas provincias para reencontrarse con sus compañeros. El último domingo de mayo fue una fecha memorable. La promoción 1983, la que en su momento facilitó logros futbolísticos y entregaba jugadores de gran nivel al seleccionado escolar, campeonó por quinta vez.

Todo este ambiente festivo que se vive mensualmente los exalumnos se lo debemos a un grupo de compañeros que dan una parte de su tiempo para planificar todos los detalles. Este mes hasta sorteo de “etiquetas negras” hubo, con lo que la algarabía aumenta entre los presentes. Al final todos disfrutan del premio. Hay una directiva que, como todo proyecto que comienza a crecer, ha tenido sus detractores. Sin embargo, eso ha servido para fortalecer al grupo y aumentar la participación de promociones. Hoy es común que pasen de 30 equipos, divididos en tres grupos. Quienes conocen de organización saben que no es fácil contratar árbitros, adquirir pelotas, gestionar apoyo paramédico y solicitar colaboración. Pero ahí está la obra: los reencuentros mensuales y el megareencuentro de fin de año. No contentos con esos pergaminos, los que dirigen la organización este mes de junio están lanzando una nueva propuesta: minireencuentro de medio año. De modo que este mes de junio tendremos este ensayo. Habrá que afinar el detalle de darle un sentido social a las actividades recordando que muchos exalumnos “trabajaban” en el colegio especial de la calle Bermudez en Iquitos como una forma de sensibilización comunitaria.

Volviendo al fulbito y todo lo que se genera en torno al campeonato mensual, hay que resaltar la confraternidad que prevalece en los partidos. Más allá de algunos actos antideportivos de quienes creen que el fulbito es compatible con el boxeo o la lucha libre, mensualmente se nota un compañerismo dentro y fuera del campo de juego. Fuera de las canchas los recuerdos, añoranzas y semblanzas mutuas es denominador común entre los exalumnos agustinos. La mayoría de los que participan -no sólo los que defienden en el campo los colores de sus promociones- están impregnados de ese espíritu agustino que se inició en los años escolares y que se va fortaleciendo con la relación postcolegio. No es raro observar a compañeros de carpeta que se reencuentran después de varias décadas y se enfrascan en una charla donde los profesores, directores del plantel y los mismos alumnos retoman un protagonismo que ya se creía olvidado.

En una de las categorías campeonó la promoción 1983, que tiene como capitán a Luis Saavedra, conocido como “Papelito”. También es pieza importante Marlon Salazar, conocido como “Cabesha”, quien da la tranquilidad necesaria en la línea defensiva y, de vez en cuando anota goles. En la portería ya se consolida Alfonso Rodríguez, conocido como “Gasheta”, pintor él que en loa años escolares no figuraba en la lista de futbolistas y que la mayoría de partidos entrega su valla invicta. En ese mismo equipo están Víctor Quevedo, “Torito” Aquiles García, el “diablo” Jaime Vásquez -aunque hoy muchos le conocen con otro sobrenombre-, Martín Matos, Edwar Valera, Guillermo Rosales, Alberto Grandez, Ricardo Lichardo Pereira Lindor Paredes, entre otros. Este grupo obtuvo por quinta vez el campeonato y van por más.

[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]