Comunidad Nativa:

 

En el extenso y dramático mapa  de los  lugares contaminados por la explotación petrolera hay una cocha que parece no tener remedio ya. Es como si sobre ese sitio hubiera caído todo el  horror que trae consigo el todavía codiciado hidrocarburo.  Desde hace más de 40 años dicho espejo de agua  ha sufrido todos los embates de empresas que han llegado solo con el ánimo de acabar con todo lo que vive. En el presente,  la cocha es un lugar muerto. Y los moradores que viven cerca de ella, piden la remediación de todos los males que afectan a esa formación de agua. Pese al acta firmada hace años con la empresa hasta ahora no ocurre nada. La desventurada cocha se llama Atiliano y está cerca de  Pucacuro, comunidad nativa ubicada en la cuenca del río Corrientes.

En la memoria de los moradores de Pucacuro la cocha Atiliano era un lugar que les pertenecía por derecho propio, por legado ancestral. Era una zona reservada para ellos y ellas y nadie más podía hacer uso de ese don de la naturaleza. Desde tiempos remotos,  generaciones de hombres y mujeres  iban a ese lugar como quien va a un lugar sagrado y pescaban diferentes especies, lo cual les garantizaba la seguridad alimenticia. La abundancia de la pesca era frecuente y todos y todas creían que esa fuente de agua era un bien perpetuo, una herencia eterna.  Pero estaban equivocados. Porque entonces arribó el tiempo de la explotación Petrolera. En el presente, la cocha es un lugar muerto.

En los serios informes realizados por expertos la cocha Atiliano es un sitio brutalmente contaminado y sin remedio.  En la superficie hay una densa película que cubre el agua y abunda un permanente olor a dissel y en los análisis realizados se descubrieron altas concentraciones de cloruro, fosfato, manganeso, metales pesados como el plomo, arsénico, cobre, zinc, etc. .  Los moradores de Pucacuro no son ajenos a la contaminación, pues el 51.6 % de la población presenta metales pesados (plomo y cadmio) en la sangre.

No es posible entonces realizar ningún tipo de pesca en esas condiciones de contaminación. El bien está allí, perdido, inutilizado y los moradores de Pucacuro, desde hace tiempo, vienen pidiendo reuniones con la empresa Pluspetrol Norte y con el Estado para evitar esa situación calamitosa. El 12 de mayo del 2012 la empresa y la comunidad firmaron un acta para la remediación de la cocha Atiliano, pero hasta ahora las trabajos no se inician. El caso de la cocha Atiliano solo es un punto álgido en la amplia agenda que muestran los moradores de Pucacuro.

En otros puntos de esa agenda figura que se identifiquen los puntos de contaminación de la batería 04, 09 y de la central eléctrica 130, que permanentemente afectan a la comunidad del rio Corrientes. También piden el retiro de la chatarra enterrada a 200 metros de la comunidad en el año 2004. Esos residuos muchas veces salen a la superficie debido a las fuertes e intensas lluvias. De otro lado piden que se saquen las tuberías  enterradas dentro del territorio de la comunidad. Esas tuberías representan 12 kilómetros con crudo en su interior, hecho que es altamente peligroso para los habitantes de la citada comunidad.

Por otra parte, en lo referente a la compensación por el uso de tierras,  ellos y ellas piden que se les pague por el uso de ese bien ya que se trata de un derecho irrenunciable. Hasta el momento se han realizado diálogos durante varios meses, sin que se llegue a ningún acuerdo y sin que la empresa haya dado muestras de respetar ese derecho. Debido a ello todavía no se inician las negociaciones pertinentes. Exigen que se ponga en marcha un programa de salud que atienda a  las personas afectadas por la explotación del hidrocarburo.

En el extenso y dramático mapa de las víctimas de la explotación petrolera queda entonces la comunidad de Pucacuro aferrada de la remediación de su cocha Atiliano y a su agenda donde están las demandas que son justas desde cualquier punto de vista. Hasta ahora esa demanda es una voz en el desierto que  se suma a las otras demandas de distintas comunidades y aldeas que recién ahora dejan sentir sus reclamos luego de tantas décadas de explotación petrolera.