Acabo de ver detenidamente un vídeo en que entrevistaban al presidente de Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipshca (ACODECOSPAT), Alfonso López Tejada y a la Congresista por Cusco Verónika Mendoza sobre los daños ambientales en la floresta norte de Perú. La entrevista fue hecha en Lima en un programa de televisión. Mientras escuchaba me daba cuenta la soledad de la floresta y sus habitantes, y sí estos son indígenas, la soledad se eleva exponencialmente. Mostraba el divorcio (y abismo) entre el centralismo y la periferia. La entrevistadora a ratos se quedaba sorprendida de lo que contaban la congresista y el líder indígena sobre la contaminación de las aguas y de sus vidas por los derrames de petróleo, era como si ella viviera en otro país, en un país lejano. A veces reaccionaba con cierto paternalismo que escocía la conciencia pero al menos reaccionaba. La contaminación petrolera en la Amazonía baja lleva años, la misma Reserva Pacaya Samiria es una prueba de ello. Y la reciente contaminación que afectó a la población de Cuninico es una realidad de la que no se puede correr. La contaminación mata y está matando vidas humanas. Advertía en el vídeo que una congresista por Cusco es quien lideraba esa denuncia, me preguntaba ¿y dónde diablos andaban los congresistas amazónicos? (lástima que no haya una mujer, seguro que haría más por la selva), bueno, los congresistas estaban ausentes – uno de ellos no habla si no recibe los consejos de su asesora, el otro en líos por ser propietario de un puticlub y el tercero metido en líos de su oficio. Pero no estaba ninguno. Seguro que para la campaña electoral se llenaran la boca del amor al terruño, a la patria chica y otras frases espurias. Canallas. En verdad, que la floresta con congresistas como los que tenemos está en una franca vulnerabilidad, éstos prefieren intereses más utilitaristas. La entrevista confirmaba, tristemente, la soledad del bosque y sus gentes.