Walking dead
Miro la tele y observo el andar de los muertos vivientes de la política peruana. Esta vez me topo con Carlos Boloña, sí, ese ministro fujimorista – ahora, él niega serlo o lo dice como media verdad. Cuando habla y habla me viene a la memoria los funestos tiempos de expresidente de la yuca para todos. Él, pata Boloña, iba de perfil de técnico como suelen decir los economistas que se encargan de política de austeridad y recortes sociales, sin mencionar la cara de cínicos y el corazón duro. Él sigue hablando y me doy cuenta que es un tipo sin alma, sin corazón en razón de las medidas que ha adoptado. Habla del sacrificio personal, profesional que hizo para servir al país y esas manidas frases me soliviantan y provocan alergia (tuvo no sé cuántos juicios por corrupción). No sé si esbozar una sonrisa floja o mentarle la madre a este mentecato. Que nefasto. Se jacta de sus logros de un régimen corrupto hasta las cejas y él alega que no sabía nada. Es como los esposos o esposas de un régimen de gananciales que alegan que no sabían de los chanchullos de sus cónyuges mientras tanto ellos o ellas disfrutaban de la vida de nuevo rico de carros último modelo, champan y banquetes. Caradura. El entrevistador da paso a la publicidad y en ella se escucha una voz en off que nos oferta para el tratamiento del cáncer un seguro privado con diez dólares al mes, ¿es una vulgar y grosera coincidencia? ¿Una persona con escasos recursos podría acceder a ese seguro?, me preguntaba y estos seguros han sido obra del ingeniero cleptómano y de su técnico que va de inmaculado y virgen de toda la mugre que expelió ese régimen. A todo esto es patético observar la poca renovación de rostros e ideas en la política peruana. Los liberales son más liberales que sus hermanos del Tea Party defendiendo sus desfasadas ideas del mercado y privatizaciones como los talibanes, muerden a todo lo que se mueva y que vaya en sentido contrario. Y la izquierda, desgraciadamente, se ha quedado sin relato (Umala, la gran decepción, nunca fue de izquierdas era una burda imagen, era una suerte de 9 falso pero sin mirada de gol), sin palabras y regocijados en sus cotos de siempre. Y los muertos siguen caminando.