Vida comprometida (II)

¿Se puede tener una vida comprometida y ser un pillo de siete suelas a la vez? La pregunta plantea muchas aristas éticas. En los corrillos literarios y no literarios se escucha el siguiente comentario: es un buen escritor pero no es un tipo de fiar. Escribe muy bien pero no es trigo limpio, o es un buen padre de familia pero pésimo como político a la revés que es un políticamente destacado (hubiera que pensar que quiere decir destacado o relevante) y ser muy mal padre de familia ¿se puede vivir en tremenda contradicción casi esquizofrénica y no pasa nada? Un gran filósofo puede tener tesis que comulgan con las ideas extremas del totalitarismo y sigue siendo un gran filósofo ¿podemos seguir juzgando igual a esa persona? O ¿solamente lo juzgamos en lo que es bueno e ignoramos lo malo? Entre los casos de esas contradicciones muy humanas tenemos al del poeta Ezra Pound que ensalzaba al pensamiento fascista en Italia y en otras plazas públicas ¿ponemos en duda, por ese manchón, a su poesía? En uno de mis viajes a Isla Grande mi hermano me prestó un libro, muy bien editado, sobre el pintor César Calvo. Era un repaso de su obra pictórica. Recuerdo que mi padre en cada vuelta a la ínsula me llevaba a admirar el mural de la “fundación” de Iquitos que estaba en el antiguo edificio de la municipalidad. El cuadro para mi febril imaginación de párvulo era muy estimulante porque me hacía imaginar y contar historias y personajes. Al repasar los folios interiores del libro- homenaje me topé con la siguiente información: que el pintor había hecho un cuadro homenaje al dictador Manuel Apolinario Odría cuando visitó la isla. Me quedé por unos minutos en blanco ¿es eso compromiso?, ¿era necesario hacerlo?, ¿podemos recusar e impugnar su conducta de cierta genuflexión de este gran pintor amazónico? Muchas veces, tantas, socialmente tenemos a encumbrar a personas sabiendo que somos de barro y muy humanos.