ESCRIBE: Héctor Tintaya
El presidente Martín Vizcarra anunciará el día de hoy el aplazamiento o no de la cuarentena nacional en medio de la incertidumbre de lo que sucederá en las próximas semanas en el país. Hay una derrota anunciada de algunas medidas que a estas alturas del aislamiento debieron tener mejores resultados. Hay quienes hablan que se deben cambiar de estrategia recrudeciendo la cuarentena en ciertas regiones radicalizando las medidas mediante la represión.
Sin embargo, en muchas otras zonas cómo las del sur y algunas del centro se podía levantar la cuarentena sin olvidar las rígidas medidas de cumplimiento para lo cual se requiere la participación activa de las Fuerzas Armadas, pero sobre todo un positivo comportamiento social. Difícil, pero no cabe otra. Como fuese, es obvio que las medidas de control deben continuar y ante la posibilidad latente de indisciplina social derivada de la crisis económica es también seguro que vamos a tener serios problemas de atención en salud.
Es evidente que las cifras en rojo que hemos estado presenciando en alunas regiones está directamente relacionada con la mayor informalidad o escaso acceso a los medios de producción primaria – agrícola de las familias y menor organización social. En lugares donde las rondas campesinas, por ejemplo, funcionan de manera más oportuna que además son zonas agrícolas la pandemia no ha hecho mayores estragos si no es por agentes externos que han contagiado a niveles que han podido ser medibles y secundados.
Sin embargo en lugares donde no existen estos indicadores la situación se ha desbordado y no parece tener una solución pronta. Parte del norte y la región amazónica está viviendo su peor estadío y aunque hay días que son más auspiciosos, la realidad por la diversidad de extensión geográfica volverá a ponerlos en estado de colapso. Los bonos anunciados y entregados por el gobierno deben ser universal en estas zonas porque es evidente que ante la imposibilidad de manejar el reparto lo mejor sería ser entregados sin mediciones que retrasan o corrompen el sistema.
Si alguna familia no lo quiere o no lo necesita, que la entregue a otra que sí le hace falta a pesar de haber recibido una, ese comportamiento solidario es una prueba que tenemos que imponer en estado de emergencia, las evaluaciones tanto económicas como éticas, tendrán que ser posteriores. Hay un factor de entusiasmo y empatía social a través de esta entrega que también se pueden activar como remedio a una situación crítica donde hay una población desmotivada que además ayuda a la propagación del Covid 19.
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