Si hay algo a lo que los periodistas estamos acostumbrados es que una fuente o alguien que brinda una información y que pide que no se revele su identidad o no se le cite, luego se retracte de lo que afirmado o luego trate de buscar tres pies al gato.
Hace ya semanas el diario Pro & Contra ha abordado el caso de Zenaida Dávila Torres, quien en su afán de que un proceso de filiación se resolviera lo más pronto posible, recurrió a lo que hacen muchas madres vulneradas: los medios de comunicación.
Es así que este diario conoció que quien era el demandado era el cuestionado empresario Jorge Rolando Cabrera Salvatierra.
Quien ahora se refiere este caso fue testigo de la reunión entre la demandante y el periodista Jaime Vásquez en una cafetería. Tuve la posibilidad de leer los resultados del ADN y de conocer la forma por demás lamentable del comportamiento del empresario constructor para con la madre de su hija, inicialmente negada por él y por quien pidió la prueba de ADN, dándose un portazo en su propia cara con los resultados.
Zenaida confió al periodista Jaime Vásquez pasajes de su vida que lo que le tocó vivir con el empresario constructor. Muchas de esas versiones son penosas y sin duda algo que no es necesario revelarlas, más allá del pedido que hiciera la madre de la menor, que fue reconocida finalmente mediante proceso de filiación.
La noticia fue difundida por este diario y tras ella una secuelas de informaciones relacionadas con el constructor Cabrera y sorpresivamente un mes después la redacción del diario Pro & Contra se da con la sorpresa de una carta notarial, que para este periodista no ha sido redactada por Zenaida.
Si usted hubiese sido quien participara de la reunión y escuchara las historias, fácilmente puede deducir que la carta llegada al diario no ha sido redactada por la madre de la menor. Para Zenaida siempre fue su objetivo que el empresario Cabrera reconociera a su hija, lo ha logrado con la pequeña ayuda de este medio de comunicación pues en el juzgado la demanda casi estaba en el olvido.
Me resulta difícil creer que ha sido la señorita Zenaida Dávila Torres la que ha redactado la carta aclaratoria o es que el padre de su hija ha empezado a coaccionarla para que salga a decir su “verdad” mediante una carta aclaratoria.
Si Zenaida Dávila Torres fuera sincera con ella misma, no volvería a tocar el tema de su hija como ella ahora lo pide, enviando una carta aclaratoria. Ella misma sabe que este diario le dio el apoyo total en su pedido de tratar el tema y que se ventilase públicamente.
Ojalá que de aquí para adelante, la señorita Zenaida Dávila no vuelva a recurrir a medios de comunicación cuando empiece a ser maltratada, ojalá en verdad no ocurra, por el padre de su hija.
Si algo debería tener siempre en la memoria la señorita Zenaida Dávila Torres, es que el reconocimiento por parte del padre, no fue porque el señor de apellido Cabrera lo hizo de manera espontánea, sino porque fue demandado y en el colmo del cinismo, fue el propio empresario el que dudó de su paternidad y terminó pidiendo una prueba de ADN que le terminó obligando a reconocer a la menor.
Dios quiera que Zenaida pueda inculcar en su menor hija los mejores valores como ser humano, no dudamos tras haber participado en la conversación con ella, que así será. Por lo demás está en la conciencia de ella si la carta remitida fue realmente por iniciativa propia o por terceros que pueden estar coartándola a hacer lo que ella estoy seguro no se atrevería a hacerlo.
A ese personaje que se esconde en el anonimato y que obliga a Zenaida a enviar una carta notarial en una suerte de venganza e intimidación, es bueno recordarle que los periodistas no somos cualquier tipo de personas. Sabemos distinguir el bien del mal y en una suerte de psicólogos sabemos analizar en algo a las personas. Por ello, sería bueno que por salud de Zenaida, sea dejada en paz, por el anónimo entrometido, para que pueda cuidar y educar a su hija.