ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

En abril de 1944 apareció en el diario “La razón” una nota a manera de aviso: “Ayer a las 6pm en la Biblioteca Pública fue agasajado con un cocktail el Dr. Hernán Medina Pinón, que le ofrecieron los miembros de la prensa y amigos personales, con motivo de la edición de su libro de poesía titulado “Esquifes de la tarde”. Por esos tiempos en Iquitos en los agasajos se servía cecina con tacacho y se bebía chicha de maíz y, sí señores, masato. Los preparados tenían a la yuca como principal ingrediente en sus diferentes presentaciones.


Más allá de los tragos que se bebía y la comida que se consumía lo que intento al traer ese recuerdo es anotar que antes que finalicen las primeras cinco décadas del siglo XIX en Iquitos se escribía y publicaba libros de poesía. Y, como debe ser, se compartía entre poetas, periodistas, empresarios y lectores. Situación que, con otros potajes y brebajes, se hizo hace algunos días en Iquitos con la presencia de Íbico Rojas, Jorge Nájar y Marco Martos. Luego de releer esa nota en “La razón” he buscado la poesía de Medina Pinón y no he tenido tanta suerte porque sus libros están codificados en universidades extranjeras y se registra los títulos más no se accede con facilidad a sus poemas. Habrá que ver la forma de traerlos de vuelta en publicaciones. Porque es otro de los tantos poetas olvidados.


Samuel Rodríguez García en “Voces del grupo Bubinzana: entre lo rural y lo urbano” señala que “Entre 1941 y 1953 en las ciudades de la Amazonía se puede observar un gran auge de producción poética. Paralelamente a los poetas de Trocha, empiezan a publicar Marco Antonio Vértiz y Hernán Medina Pinón. Del primero tenemos Aromas de Selva (1941), Rumor de frondas (1944), Bosque Sonoro (1949), y del segundo Esquifes de la tarde (1944) y La voz de las horas otoñales (1953). Aunque tardíamente, el grupo Trocha estaba fuertemente influenciado por el modernismo”.


Habrá que seguir ojeando y hojeando los periódicos de la época para encontrar más poetas, más publicaciones, más agasajos, más amigos, más periodistas, más lectores que se juntaban en torno al libro y la literatura. Mientras eso sucede debemos imitar esos años organizando más encuentros con escritores que lean, publiquen y, también, beban. Salud por la poesía.