Una de las lecciones ancestrales que nos da la floresta es que para intervenir en ella hay que respetar ciertas reglas, no se puede entrar en ella sin más. No cumplir con ciertas regole nos puede llevar al fiasco total. Un ejemplo vivo de ello es el proyecto de la construcción de la llamada “hidrovía”. Lo han señalado los expertos que la propuesta adolece de serios problemas de arranque como por ejemplo, los procesos de consultas; amén de los cuestionamientos de índole científico y de los sabios del monte que han puesto sobre la mesa desde las organizaciones indígenas –la ecología de saberes llama Boaventura de Sousa Santos. A largo plazo la “hidrovía” así propuesta nos traerá más de un dolor de cabeza. Lo que está claro, es que el progreso o desarrollo no viene por allí, nos señala también la historia del uso de los recursos naturales en esta parte del pantano, como fue el caucho o el petróleo. Bajo esta mala práctica de intervención, está la idea que la floresta es un espacio vacío, así se han erigido parques nacionales o áreas naturales protegidas que chocan y lesionan derechos de la población bosquesina –para usar el concepto de Jorge Gashé- de la noche a la mañana sus derechos de propiedad o posesión se ven menoscabados generando, cómo no, conflictos sociales enconados. Un fantasma a exorcizar es que la Amazonia no está vacía, hay personas que moran en el marjal. Hay un sector del ecofeminismo que señala a este actuar utilitarista sobre los recursos naturales como el de una posición “falocrática” sobre la naturaleza. Eso es lo que debemos cambiar. Es por eso que al intervenir en la Amazonia no se puede entrar de manera plana. Hay que hacer una flexión, un ejercicio contrapuntístico, definitivamente, hay que ponerse otros lentes. Lo que hay que tenerlo claro, es que este ejercicio previo a la intervención no lo van a hacer los que vienen de afuera. Los amazónicos y amazónicas debemos construir socialmente ese algoritmo sino la floresta seguirá siendo un vasto territorio imperial no solo de desproporcionados proyectos como la hidrovía sino también de las ideas imperiales o centralistas reinen a sus anchas sin ninguna oposición. Ojalá abramos los ojos.

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