ESCRIBE: Tato Barcia

Desde el año pasado en Leticia/Colombia se recogen expresiones de las autoridades en cuanto a reclamar la soberanía de la localidad de “Santa Rosa” ya que mantendrían un interés en apoderarse de esta isla y algunas de sus 13 comunidades que conforman la jurisdicción, amparándose en el Tratado Salomón Lozano de 1936 que daría origen a esta controversia. Ya desde esa fecha la geografía ha cambiado totalmente, pues por el curso del río se han creado nuevas islas. En el Tratado se dice que en la mitad del río Amazonas está la línea divisoria entre Colombia y Perú, donde todas las islas pertenecen al Perú. Pero producto de cambio del cauce del río se han creado nuevas islas y esto estaría propiciando la confusión. Existen versiones que la población peruana de este centro poblado, aducirían que no tendrían ningún problema ni mostrarían oposición de aceptar pertenecer a Colombia debido al desentendimiento y abandono por parte del Gobierno Peruano con el progreso y demandas que aquejan a esta zona tri fronteriza que en los últimos 50 años ha sido olvidaba por el gobierno peruano a través del gobierno central, regional, provincial y distrital. Contrariamente a la actitud de los gobernantes de la hermana República de Colombia quienes apoyan a los pobladores de esa zona en varios aspectos y cubren sus necesidades básicas para subsistir; entre otras necesidades. salud, energía eléctrica y educación. En la población de Isla Santa Rosa se conoce inclusive el himno de la Republica colombiana y se dice que no mantendrían un respeto a instituciones como la PNP, Marina de Guerra del Perú, Autoridad Portuaria, SUNAT, Migraciones, etc. Ya que se entenderían como el primer puerto de entrada a la Amazonía Peruana.

Para todos aquellos loretanos que usamos el “Rápido o Ferry” para trasladarnos a visitar la triple frontera Colombia – Brasil – Perú, Desde Santa Rosa (776 habitantes), lo podemos hacer en un sólo día. La frontera entre Brasil y Colombia es terrestre y divide a las ciudades de Tabatinga en Brasil (45,293 habitantes); y Leticia en Colombia (23,811 habitantes), puede ir tranquilamente a pie o en mototaxi de una ciudad a otra, no hay control fronterizo, pues Leticia y Tabatinga forman una sola ciudad (geográficamente hablando). Sin embargo, en medio del río, se puede observar territorio de los tres países. Y es que la frontera peruana con Colombia y Brasil está delimitada por el río Solimões (nuestro Amazonas), a este tipo de frontera se la denomina “Frontera Hidrográfica”, ya que es una línea limítrofe entre 3 jurisdicciones (países); y circula sobre una superficie acuática, es decir, la isolínea que une los puntos que identifican el contacto entre los tres países discurre sobre el río Amazonas. En este caso el límite en un curso fluvial es definido por el “álveo”, “thalweg” o “Vaguada”, es decir el eje principal o más profundo, definida por las marinas de los 3 países y que es empleado por la navegación, en el cual las aguas son más profundas. Que no siempre coincide con el punto medio del río, es decir, es una la línea que se traza de manera equidistante respecto a la distancia que medra hasta cada orilla. Esto es apropiado, debido a que el río Amazonas varía permanentemente la posición del thalweg, pero los cambios quedan siempre acotados al cuenco bien definido.

La gente de la isla peruana Santa Rosa entra y sale de Brasil por medio de pequeños barcos atracados en un puerto en la base de la policía. Las autoridades locales dicen que sería «imposible» supervisar a todo el mundo. Una gran cantidad de personas trabaja en un lado y vive en el otro, o hace sus compras del mes en alguno de los países vecinos. El movimiento de personas es gigantesco y un control de todos sería impracticable. En un escenario así, es de vital importancia el establecimiento de las fronteras. Sin embargo, se produce una dicotomía entre los bordes planteados (límites políticos), que no siempre están de acuerdo con la forma en que viven las personas que se movilizan por el territorio en el día a día. Ejemplo de lo anterior es que independientemente del país donde se encuentre una persona para hacer compras en cada uno basta con tomar una lancha en el muelle turístico (reciben las tres monedas de cada país), ya que se puede usar pesos, soles o reales.

A raíz del reciente acto conmemorativo por la gesta heroica del Tnte. Manuel Clavero Muga y su tripulación, al mando de la cañonera  “América”, en el combate naval de la Pedrera (1911), como parte de una serie de enfrentamientos en la guerra que sostuvimos con Colombia, para frenar sus aspiraciones territoriales, en la que pretendían extender sus límites fronterizos hasta el río Napo, bien hace nuestra Marina de Guerra, en retomar estos actos y que permanezcan en  la mente de los peruanos, y en particular de los Loretanos, ese espíritu de resiliencia que nos abriga, y es que pese a la adversidad, sabemos enfrentar y salir adelante. Y para nuestros lectores, el termino resiliencia, lo ha sabido resumir el arquero Pedro Gallese, en una soberbia actuación frente a la escuadra Chilena en la pasada Copa America 2019, quien en anterior encuentro frente al anfitrión (Brasil), recibió cinco goles en contra, incluyendo un “blooper”, para luego, también convertirse en un héroe. Pues estimados lectores, salvando distancias, circunstancias y roles, respecto a la gesta del Tnte. Manuel Clavero y de su tripulación, podemos encontrar muchas similitudes con la “epopeya” de Pedro Gallese.

La agenda “regional” con Colombia nos lleva al ya recurrente tema de la soberanía sobre la isla Santa Rosa, justamente el poblado que se encuentra frente a ciudades como Leticia en Colombia y Tabatinga en Brasil. Y cuya solución, debería contemplarse en la agenda “nacional” para luego ser abordada y zanjada en un espacio bilateral. Pero, ¿Cuál es el tema en cuestión? Al respecto, de tiempo en tiempo, surgen interpretaciones y pedidos de pobladores colombianos y respaldado por sus respectivas autoridades, para que la Isla Santa Rosa sea declarado territorio colombiano; dado la proximidad visible en ciertas épocas del año, como la vaciante y el inexorable cambio del curso en el Amazonas…¿Por qué se presenta esta situación?…Para lograr un cabal entendimiento, tendríamos que recurrir al artículo 1° del Tratado de Límites y Navegación Fluvial de 1922, celebrado entre el Perú y Colombia, en el que se fija como límite, en ese lado de frontera entre ambos países el “thalweg” del río Amazonas. Pero, ¿Qué es thalweg?. Para ello, y según fuentes consultadas, debemos entender que el thalweg es normalmente tomado como límite fluvial entre Estados cuando el río es navegable. Entonces, el problema surge como consecuencia “natural” de los cambios hidromorfológicos en el río Amazonas que provocan variaciones en el thalweg y en el lecho del río, cambiando totalmente el curso principal o abriendo nuevos cursos secundarios que causan alteraciones en las islas existentes, desaparición y aparición de nuevas islas. Es así que desde la suscripción del tratado mencionado en el párrafo anterior, tenemos el siguiente listado:

a) Islas desaparecidas:

– Isla Zancudo: Peruana, unida a la isla Cacao.

– Isla Zancudo 2: Colombiana, unida a la orilla del sector colombiano.

– Islas Santa Sofía: Colombianas, unidas a la orilla del sector colombiano.

– Isla Leticia: Colombiana, unida a la ribera colombiana.

b) Islas nuevas:

– Isla Patrullero-Vamos: Aparece a inicios de 1950 como producto de la erosión de la isla Cacao del sector peruano.

– Isla Mocahua: Ubicada entre las islas Loreto y Serra.

– Isla Santa Rosa: Aparece en 1965 y está ubicada frente a Leticia.

– Islas Corea y Coreita: Aparecen a finales de 1940.

– Isla Tucushira: Ubicada cerca de la isla Arará.

c) Islas que permanecen:

– Peruanas: Isla Tigre, isla Coto, isla Cacao, isla Yahuma, isla Chinería.

– Colombianas: Isla Loreto, islas Arará, isla Ronda.

¿Cuál es la solución aparente o la posición de nuestra cancillería? La posición peruana, respaldada en el derecho internacional y en casos similares, es que se respete el thalweg pactado en 1922. Es decir, la Isla Santa Rosa es y será peruana.

Sin embargo, ese no es el tema principal por el cual deberíamos alarmarnos. Por qué no elevar nuestra voz de protesta por esa asimetría deprimente en la isla Santa Rosa, en donde se carece de condiciones básicas permanentes, en donde no existen servicios de control fronterizos efectivos, tanto la aduana como migraciones y las autoridades sanitarias, a duras penas ejercen su rol en representación de un Estado peruano, gravitantemente ausente en la Amazonía.

Estimado lector, no vaya a considerar que la asimetría en este punto de frontera, es solo de índole en infraestructura y servicios. Por favor, no es así. La diferencia en contra del desarrollo económico y social, para nuestros compatriotas que desarrollan actividades comerciales en ese lado de frontera: Isla San Rosa, Islandia y Caballococha, entre otras, tiene como espada de Damocles, a las políticas tributarias de larga data, que favorecen e inclinan la balanza a un comercio informal “forzado”. Sí, forzado. Forzado por la ineptitud y displicencia de las autoridades de turno, por la miopía y la falta de competencias de los funcionarios públicos en Lima. Y es que nosotros, así quisiéramos llevar a cabo, actividades comerciales fronterizas, nos vemos impedidos por la falta de servicios en los controles fronterizos para hacer declaraciones aduaneras al universo de mercaderías que se ofertan en Tabatinga y Leticia,  y que para peruanos residentes en Tumbes (frontera con Ecuador), Tacna (Frontera con Chile), Desaguadero en Puno (frontera con Bolivia) o Iñapari en Puerto Maldonado (frontera con Brasil), les resulta un simple formalismo. ¿Cómo es posible? No sentir envidia sana, de poder visitar centros comerciales en Leticia, debidamente acondicionados, o ir a los aeropuertos de Tabatinga, y de ahí, tener la posibilidad de partir a cualquier ciudad del interior del Brasil. O poder apreciar, colegios con climatización en Leticia y Tabatinga, etc y para el lado peruano, solo precariedad y carencias, y por supuesto, ahí está el peruano, enseñando al mundo y al que quiera ver, su espíritu de resiliencia. Sí ese espíritu forjado, cuajado de tanto desengaño y sin expectativas. Sí ese poblador Loretano, que de su presidente de la República NO espera nada. Y para acrecentar esta asimetría, tengo que mencionar que Leticia y Tabatinga son Áreas de Libre Comercio, declaradas como tal por sus respectivos países. Es decir, cuenta con una serie de beneficios tributarios, y entre ellas, existe una dinámica comercial muy activa. Además, Leticia cuenta con un régimen de ingreso de mercancías a su territorio, con una serie de permisos que para autoridades del MEF sería impensable. Puede ingresar a Leticia, mercancías por un valor de hasta 30 mil dólares sin recurrir a un agente de aduanas. Puede ingresar mercancías por un valor de hasta 5 mil dólares con una simple declaración ante la DIAN; entre otros beneficios tributarios que si posibilitan un acceso a productos formales. ¿En el lado Peruano? Para cuando…

Y no es que no contemos con los mecanismos o las instancias para dar un cambio a esta dinámica de informalidad “forzada” por las autoridades incompetentes. Existen los Encuentros Presidenciales, las Comisiones de Vecindad, el PEDICP, entre otras. Se han delimitado las Zonas de Integración Fronteriza (ZIF) Peruano Colombiana; pero cuál es la razón de que nuestros compatriotas que viven en Caballococha o San Pablo, entre otras localidades fronterizas, no estén expuestos a las intervenciones de las autoridades policiales, aduaneras hasta de las capitanías de puertos, por un par de jaboncillos phebo, calzado brasileños o productos de pan de llevar brasileños o colombiano. Y en cantidades que se puede advertir que son para consumo propio. Por qué no tenemos las mismas condiciones que nuestros connacionales en Zarumilla (Tumbes) cuando van a Huaquillas (poblado ecuatoriano) y compran sus productos o se abastecen de combustible sin problema alguno. La respuesta una vez más. Miopía, insensibilidad, desidia e incompetencia del poder ejecutivo de turno. No olvidemos que Colombia y Perú, son países comunitarios. Y que en ella, se establecen las Zonas de Libre Circulación (ZLC). Y qué falta para que se establezca esa zona entre Leticia y hasta Caballococha?. Qué los Loretanos se alarmen y protesten por esas asimetrías absurdas. Qué dejemos de practicar la pasividad, y que se aprovechen de nuestra nobleza. Para la construcción de límites hay recordar la historia del territorio. En el caso peruano – colombiano, los límites se fijaron en la década del 1933 después de un enfrentamiento armado que concluyó con la ratificación del tratado Salomón-Lozano, que confirmó la pertenencia de Leticia a territorio colombiano. La separación de Perú y Colombia es más clara en términos geográficos, ya que se marca a través del Río Amazonas. Una situación distinta ocurre entre Leticia y Tabatinga, donde la falta de presencia de una oficina de migraciones, tanto de salida como de entrada, hace que el cambio de país casi sea imperceptible, pues se produce en la prolongación de una misma avenida. Así, son necesarias otras referencias para construir la frontera a nivel cultural; como apelar a la lengua u observación de otras características. Es interesante hacer notar que en ninguno de los casos se cuenta con un control de salida o ingreso exacto de las personas que transitan estas 3 fronteras. Como consecuencia, las personas se ven obligadas a construir los límites y su identidad a través de características vinculadas a la cultura, tales como la lengua o música que escuchan.

Si algo hay que resaltar sobre los centros poblados de las tres fronteras son sus disparidades respecto a infraestructura, urbanización y desigualdad económica. De todos los lugares mencionados, Santa Rosa (Perú); es el menos urbanizado y la única que no es una ciudad, conserva múltiples caminos de tierra, zonas descampadas y áreas sin luz eléctrica. Asimismo, no ofrece una infraestructura hotelera, ni turismo en sus alrededores como Leticia, sino que se caracteriza por ser un pequeño puerto. Aunque el caso de Tabatinga (Brasil); tampoco se caracteriza por el turismo, pero cuenta con un importante movimiento comercial alrededor de la feria o puerto, sobre todo de zapatos, sandalias y abarrotes. Comparte con el Perú la presencia de bares donde se desarrolla la prostitución o trata de personas, situación que es aún más problemática en la isla peruana. Algo que se facilita por la menor presencia de autoridades en este territorio, así como por la falta de control. Así la débil presencia institucional permite que se genere una economía asociada a la ilegalidad e informalidad, que es de fácil movilidad por la ausencia de controles estatales y porque para movilizarse solo se requiere de un mayor capital económico.