Solo falta tres semanas y cinco días para acudir a las ánforas y depositar nuestro voto. Y, creo, que los ciudadanos que ya pasamos las cuatro décadas y estamos próximos a los diez lustros no tendríamos problemas en votar viciado y/o en blanco. Más aún si somos periodistas. Que, se supone, estamos mejor y más informados que el resto de la población que se limita a consumir lo que le brindan los diversos medios de comunicación.
En las circunstancias que vive el país y a decir de lo que muestran los diversos candidatos a la Presidencia de la República no es nada difícil optar por el viciado o el voto en blanco. La campaña electoral está como para decir ya estamos viejos para tontos.
El candidato que, se supone, representa al partido que siempre ha recibido el apoyo mayoritario de los loretanos hoy nos quiere vender la ilusión de convertir a la capital de la región “es una Manaus” como si las circunstancias y geopolítica que tiene la capital del Estado de Amazonas en Brasil fuera siquiera similar a lo que somos y tenemos en Iquitos. Claro que, sentado entre libros, cualquier cosa se puede decir y a eso apela quien por el antivoto que ha cundido en la patria ya ocupa un lugar expectante en la intención de voto.
El candidato que ya gobernó dos veces el país. El primero de ellos un completo desastre en fondo y forma y el segundo un pequeño desastre por las mismas formas quiere que le demos una tercera oportunidad. Y para ello se hace acompañar de una lideresa que ha hecho de su partido un círculo donde parece que se prohíbe pensar porque ya todo está escrito. Ese mismo personaje que en sesenta meses de su último gobierno llegó a la capital loretana en una sola oportunidad y se movilizó en helicóptero de un lado a otro -tratando de volar más alto que todos, imagínense- hoy quiere satisfacer su ego colosal bajo el título “tres veces elegido Presidente de la República.
La candidata que genéticamente está preparada para escuchar solo la voz de su conciencia y que no sabe deslindar a favor ni en contra del gobierno de su padre que, a mi modesto entender, tuvo la capacidad de solucionar de una vez por todas el conflicto que Perú mantenía con Ecuador, hoy ha echado mano de lo más bajo que tiene la condición humana para sobrevivir, es decir la traición. Y no me limito a hablar de la traición política únicamente sino aquella que bota al tacho los principios más elementales. Si el sobrevivir en la política pasa necesariamente por perpetrar un acto de traición la patria está perdida. Y en esta candidata la traición es su divisa. ¿O queda algún tipo de duda sobre ello?
Y como si todo ello no fuera poco nos vienen con el cuento de una nueva forma de hacer política con un señor que colaboró eficazmente en el primer gobierno del arquitecto para que el entreguismo sea una forma de gobernar, fue ministro de Estado en el segundo belaundismo en un sector donde el lobbysmo rinde buenos dividendos. Y así se mantuvo como colaborador -tanto que llegó a ser Premier- en los gobiernos sucesivos haciendo del acomodo una forma de vivir a su modo. No, así no es.
Qué más tenemos. Pequeños destellos de buenas prácticas ciudadanas. Pero nada más que eso. Queda claro, entonces, que el voto en blanco y viciado es una buena alternativa. personalidades como Eduardo Nayap, congresista awajún, Alberto Chirif, antropólogo especializado en Amazonía, Margarita Benavides, subdirectora del IBC, y Rember Yahuarcani, artista plástico amazónico.
LLAMADA Y, creo, que los ciudadanos que ya pasamos las cuatro décadas y estamos próximos a los diez lustros no tendríamos problemas en votar viciado y/o en blanco. Más aún si somos periodistas.