[Entre indígenas y marinos:].

 Escribe: Percy Vílchez Vela

 Río Nanay mudo testigo de las injusticias

Río Nanay mudo testigo de las injusticias

El indígena Bonifacio Pizango, ser rescatado del olvido por Miguel Donayre, litigó en defensa de su parcela que estaba descansando y que a simple vista parecía abandonada.  Sus argumentos, esgrimidos por la defensa,    estuvieron ceñidos a la ley, amparados por el  derecho. Muchos años después, más de un siglo, viene ocurriendo lo mismo, el uso del derecho, por parte de comunidades oriundas, pertenecientes al linaje de los cocama, que viven en las cercanías de Iquitos, entre los ríos Amazonas y Nanay.

En la biografía visual de la Amazonia del Perú hay tantos mapas. Uno de ellos es el que hizo, hacia 1779, el militar Francisco Requena. En una parte del mismo consigna que los cocama vivían afincados entre los ríos Nanay y Amazonas. Desde tiempos inmemoriales. En pequeñas aldeas, en simples poblados, esos oriundos  desde allí vieron pasar los barcos que más  tarde se convertirían en motivo de la fundación oficial de Iquitos. No pasó nada con ellos y ellas en esos días remotos. En ese entonces los marineros no tuvieron ninguna ambición de apoderarse del territorio que tenía dueño, pues les bastaba con lo que obtuvieron en la aldea de Iquitos.

El tiempo pasó y nada notable, salvo los milagros de la vida cotidiana, sucedieron entonces.  Pero hacia el año de 1952 la cosa cambió radicalmente para esos amazónicos ancestrales. Había allí un lugar nombrado Paucar, cuyos moradores indígenas servían al hacendado Rosendo Grandez.  Este vendió  su fundo a los uniformados con todos los oriundos como si fueran cosas o trastos. Es cierto que antes se hacían ese tipo de cosas, pero eso no cambia la agresión a una raza antigua. Los cocama  fueron obligados a ir a vivir más arriba de donde se encontraba la base de la Marina que había ocupado el lugar de Paucar.

Luego, debido a algunas molestias con el agua con jabón que bajaba por el Amazonas, los nativos fueron conminados a seguir desplazándose, a continuar escapándose de sus propias tierras. Fue así como nació El Milagro. Después apareció Santo Tomás, más tarde surgió Santa Clotilde y finalmente Independencia. Los moradores estaban en su propia tierra, pero los marinos obtuvieron la titularidad legal gracias a que contaban con el manejo del derecho de ese tiempo.

Los moradores de las  4 comunidades no dejaron de tener roces, desencuentros y rencillas con los miembros de la naval. Y hacia 1999 decidieron  fundar Capicuna para defender sus tierras, basándose en la legalidad y el derecho de ancestralidad que la legislación peruana contempla con amplitud. La información anterior la hemos obtenido del morador Mario Jaramillo, quien nos dijo, además,  que en su momento ese colectivo no fue del gusto de los militares. El Contra  Almirante Raúl Ponce Monje se volvió tan intransigente que no quería que las aldeas recibieran a nadie y que los padres no tuvieran hijos. No quería que aumentaran los propietarios  ancestrales de esas parcelas.

La tensión estalló hacia el 2005 cuando el 5 de enero los cocama  trataron de impedir que los marinos  expandieran las instalaciones del Simai. Hubo disparos, agresiones y al final fueron acusados como instigadores de la violencia los comuneros Mario Jaramillo, Juan Aricari y Merly Huaymana. Todo estaba dentro de la lógica de la represión. El inconveniente era que don Mario Jaramillo en esos aciagos instantes estaba en Iquitos. Pese a todo las 3 personas fueron condenados a 3 años de cárcel. La condena fue conmutada debido a la presión de las 4 comunidades  organizadas en Capicuna. La sangre no llegó el rio en aquella oportunidad y tiempos después se logró formar una Mesa de Trabajo para que ambas partes expusieran sus razones y encontraran una solución al litigio.