Con este sol de invierno que tiene la peculiaridad que la sombra hace frío que congela, fui a la biblioteca para mirar novedades y sacar en préstamo algunos libros. La biblioteca está a tiro de piedra de casa, en verdad, todo un lujo, en estos tiempos desnortados y de mucha crispación- la crispación lo hacen los medios de comunicación y las redes sociales que dan vía libre a los intolerantes. Cada día me dan repelús.  Antes de ir me digo y anoto en el WhatsApp, los autores o libros que me gustaría leer. Digo tal o cual obra, depende en la elección de diferentes factores: el día, el momento que uno pasa o sí en la biblioteca está en la estantería el objeto deseado. No siempre coincide que esté, así que tienes que tener un plan B en la mano y de manera inmediata. Mis listas muchas veces son largas. Una vez hice uso del préstamo interbibliotecario para que me llegase una novela de Jean Echenoz, me avisaron a los pocos días para ir a recogerlo. Esta vez tenía en mente a Joan Didion y Jhumpa Lahari, tuve gran suerte porque estaban las dos autoras. La de Didion eran crónicas de viajes por el Sur de Estados Unidos. La autora de «Según venga el juego» pinta con brochazos el ambiente de Nueva Orleáns y alrededores, pequeños pueblos y las piscinas de los hoteles. Es un gran lienzo de esa otra realidad de Estados Unidos. De Jhumpa Lahiri buscaba desde hace un tiempo el libro “Intérprete de emociones”. Había leído antes «Tierra desacostumbrada», unos relatos que me calaron e identificaron mucho sobre la vida de inmigrantes indios en Estados Unidos. Los relatos de «Intérprete de emociones», no decepcionan para nada sobre todo el que lleva por título el del libro. Es una persona que es intérprete de un médico en la consulta, así los pacientes le cuentas sus males y temores a él, y gracias a esta intermediación puede dar con el diagnóstico y las recetas. La prosa de Lahiri te penetra sutilmente. En muchos de los cuentos está presente la memoria histórica cuando se alude a la gran partición cuando se dividió la India de Pakistán. Fue un gran festín libresco para alejarnos de este ambiente cargado donde el insulto fácil es pan del día.

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