Testimonio de lejos

En la novela de Gunther Grass, “Malos presagios”, la Universidad muestra algunas de sus descosturas, sus desgracias, que todos callan  en nombre del cartón, del profesional, del ingeniero, del doctor, como emblemas de las sociedades del presente. Pero en ninguna parte de la obra citada el lector se encuentra con las miserias de los bajos fondos de algunos de nuestros claustros. Las dos upis en enconada bronca, en litigio sin armisticio, en sucesivos juicios, es todavía la cúspide de esa desgracia. En la edición del viernes este diario puso la mano en una de las mafias en la respetable UNAP. El tráfico de notas como en un vulgar cenecape, un antro de la crónica roja. El grito en el cielo pusieron algunos. Otros se hicieron los locos. Tantos ni siquiera se inmutaron, como si la corrupción fuese un mal incurable.

En la publicación de hoy el testimonio de una antigua estudiante, que desde Estados Unidos  narra su ingrata experiencia en la facultad médica, es una respuesta valiosa al informe publicado el viernes. Tanto por su contenido que otorga más luces sobre la manera cómo operan las mafias, como por la valentía de dejar constancia de hechos delincuenciales en el Alma Mater. Y ello es crucial. La corrupción ha avanzado tanto entre nosotros porque hay como una aceptación social del hecho, como un conformismo pesimista, como una  dejadez en la denuncia. El corruptor abusa de esa especie de fatalismo que acrecienta su poder, su impunidad.

El que entra en la agenda de una propuesta corrupta tiene que ponerse las pilas. No puede seguir aceptando el dolo como algo natural e inamovible. Tampoco puede seguir suscribiendo el pacto infame de hablar a media voz. O no decir nada. Tiene que denunciar el hecho, testimoniar su caso, demostrar la culpabilidad del corruptor.   En el testimonio de parte del afectado podría comenzar a derrumbarse esa calamidad nacional y regional. Hoy más que nunca en nuestra sociedad se han creado mecanismos que requieren ser utilizados, impulsados contra la corrupción nuestra de cada día.

2 COMENTARIOS

  1. SEÑOR EDITOR, NO PONGAN NOTICIAS CHICHA EN SU DIARIO.
    ¿A QUIEN LE INTERESA QUE UNA MUJER ENCUENTRE A SU MARIDO EN UN HOTEL?
    Y LO PONEN COMO SI ESTO FUERA NUEVO.
    MAS SERIEDAD

  2. Hace tiempo escribi para este diario un comentario a raíz de lo ocurrido en FACACENIT y comentaba lo que se venía escuchando desde mucho tiempo atrás.
    Sigan con esta campaña y desterremos a los mafiosos. A mí me ha ocurrido un caso un caso. Un profesor de matemática desaprobó a mi hijo en el primer nivel. Averiguando el caso, me enteré que dicho individuo tenía esa costumbre y cobraba por lo que se venía. Lo conozco y no creo que tenga méritos para ser catedrático, pues lo conocí siendo estudiante. Tuve que recurrir al presidente del sindicat0 de los profesores para que interceda en este caso. Al final, dio otro examen con otro docente y aprobó con normalidad.
    Gente de ese tipo abunda en la UNAP. Lo peor es que docentens y autoridades saben quiénes son, por eso es que no pasa nada, salvo cuando salta la pus.
    No tengo muchas esperanzas. Siempre distingamos a tantos honorables que felizmente tenemos; pero ellos no gobiernan.
    Aquí, en nuesta UNAP, rige la frase: «Dios perdona el pecado, pero no el escándalo». Hay muchos dioses en nuesta alma máter.

Los comentarios están cerrados.