Tánger 2
Por Miguel DONAYRE PINEDO
A una hora de Madrid por avión, a tiro de piedra, estás en Tánger, norte de África. A España y Marruecos le separan catorce kilómetros, de un lado se mira a la otra costa. La mente y emociones se llenan inmediatamente de visiones, lecturas, historias. Pero para mí Tánger siempre será de color naranja, me recuerda a las tanjarinas [tansharinas] de mi infancia en la huerta de mi tío Pedro Seabra. Los árboles se orlaban de color naranja, claro, por los frutos. Cuando tocas el suelo de Tánger la luz parece iluminar hasta lo más ignoto del paisaje. Hay mucha claridad, me recuerda a Túnez [esa luminosidad inspiró a Kandinsky]. Es un puerto que mira al mar y tiene un continente de historia. Fue en su momento una ciudad internacional y uno de los santos lugares de los beat generation. Se le conoce también con el nombre de Ciudad Blanca por el color de las fachadas de sus casas. Con este zurrón de historias sobre mis espaldas a mí me motivaba la ida Tánger por la huella judía amazónica [en la zona judía de la ciudad las construcciones se parecen, y mucho, a Iquitos de la parte histórica o lo que queda de ella por la ceguera de sus habitantes y autoridades]. Una vez expulsados en 1492 de España muchos judíos se vinieron al norte de África, y escogieron este puerto que goza de un buen clima. Los sefarditas afincados en esta ciudad tuvieron mucha influencia, y legitimidad, en la vida y desarrollo de Tánger. Así a principios de siglo un grupo de ellos por diferentes intereses y razones cruzaron el charco que les separaba de América y se vinieron a Brasil y Perú, y en este último país, concretamente, a la ciudad de Iquitos. Empezó allí la aventura americana. Nos hospedamos en el Hotel Dar Chams Taja cuyos dueños poseen una gozosa amabilidad, Michelle y Dominique, y en su biblioteca encontré las memorias de un tangerino de 1935, Isaac Laredo, y en sus anexos acompañaba una foto de color azafranado con la sumilla siguiente: Colonia de tangerinos en Iquitos (Perú). De pie de izquierda a derecha: D. Abraham Labós, D. León Bentés, D. Moses Bendayan, D. Moses H. Toledano, D. Benjamín Cohen y D. Jacobo Toledano. Sentados de izquierda a derecha: D. Joseph Toledano, dos niños, Doña Hanna Nahon de Toledano, D. Miguel Bendayan, D. Salomón Coriat y D. Moses I. Nahon. Fue el pistoletazo de salida de la visita de vuelta.
La foto puede verse en el blog:
http://notasdenavegacion.wordpress.com/