Los pobladores de Isla Grande ¿Se pueden imaginar una ciudad sin ruido? Seguro que muchos insulares vuelan en la fantasía con una ciudad sin el barullo reinante en sus calles y plazas. Cuando vivía en la isla era una de mis obsesiones y sueños recurrentes –recuerdo que vivía en el Centro Histórico de la ciudad, en la primera cuadra de la calle Putumayo, era un amanecer sin la barahúnda en la ciudad. Pero, la realidad era otra, confieso que era un sin vivir, una agonía cotidiana. Me ponía tapones en los oídos y me empecinaba a repujar gacetillas y leer libros en medio de tanto ruido. Pero anécdotas al margen, hace poco hubo el intento fallido de implantar una ciclovía en la ciudad que tenía el buen propósito de contribuir a que el ruido urbano vaya a menos. Cuando me enteré del proyecto, dije para mis adentros, que estaba destinado al fracaso. La propuesta revelaba el lado más autoritario de implantar una política urbana. En un contexto como Isla Grande, donde el ruido es casi connatural en los insulares, había que replantearse cómo iniciar una propuesta de un carril-bici. En principio, sería una propuesta de largo aliento y con muchas aristas ¿Se podría promover un pacto de la ciudad del buen vivir a veinte años e incluir el carril-bici como una de sus prioridades? En la propuesta, claro está, no podría faltar, el compromiso del acceso al agua potable de todos sus habitantes, por ejemplo, sería un componente clave del buen vivir. En ese sentido, ningún gobierno local podría subestimar dentro de la política urbana la construcción de ciclovías, pero, paso a paso, y con talante participativo. Se podría discutir si las vías y avenidas así como están podrían incorporar los carriles bicis ¿es posible hacerlo?, ¿habría que pensar en acciones concretas de sensibilización?, ¿cuál sería la ruta o rutas?, ¿si se incorporan los carriles para bicicletas cómo quedan los silenciosos motocarros que recorren rúas y alamedas? Es por eso que necesitamos con urgencia un pacto cívico de la ciudad teniendo como protagonista a la floristanía, la ciudadanía de a pie.

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