La audiencia final del tribunal culatista contra el engendro arequipeño iba a ser televisado a todo el mundo para que hombres y mujeres de la tierra comprueben la desgracia de un hombre que no estaba capacitado para comandar a nadie, que no entendía bien lo que leía y que al escribir se comía los artículos de las frases, condenando para siempre a sus partidarios, seguidores, sobones, lacayos, chupamedias a ser mediocres de por vida en el arte de la escritura. Porque si el jefe de la banda era negado para redactar pasablemente qué se podía decir de sus discípulos maniobreros y pagadores para que les arreglen los adefesios. El astuto abogado Montesinos, que también incursionó en el campo de la escritura, trabó todo el proceso al inventar una de sus zamarradas legales.

De manera que interpuso ante los jueces una acción de amparo porque el abogado de la violencia inútil tenía que casarse esa misma mañana. No se trataba de ningún romanticismo. pero nadie, ni la justicia de los hombres o los designios insondables del Señor, podían sentenciar a un reo privándole de la ceremonia nupcial, del juramento de rigor, de la bendición del cura, de la fiesta brava, de la escandalosa luna de miel en el sitio de Chuschi, donde la violencia no trajo ningún beneficio a nadie. Los jueces que veían la causa, que no era un plato peruano, sino un hecho jurídico, debatían a gritos sobre el particular casorio del asesino, cuando se armó la fiesta.

Desde todos los rincones del grande País de la Culata, como impulsados por una fuerza telúrica y magnética, aparecieron los descendientes de los que sobrevivieron a la cobarde masacre senderista de Lucanamarca, hecho canalla que el inepto Guzmán defendió varias veces. Esas víctimas, herederos del dolor familiar, de una sangrante herida colectiva, querían hacer justicia por sus propias manos. Y atacaron con gritos y piedras el moderno local judicial de ese enorme país justo.

 

2 COMENTARIOS

  1. Percy Vílchez, tú no sabes nada sobre los alzados en armas en los años 80 y da mucha pena lo que escribes, en los años 60 y 70 el patrón se creía un dios humillando a nuestros Ayacuchanos y a toda nuestra cierra central, y tú dices que no sirvió a nadie?, que pena, muchas cosas a cambiado con este acontecimiento, se a mas objetivo.
    *Partidarios, seguidores, sobones, lacayos, chupamedias a ser mediocres de por vida en el arte de la escritura*.
    Todas estas frases que escribes, primero mírate en espejo de repente está dentro de ti, no insultes con tus comentarios a los protagonistas que tuvieron valentía de entregar su viva por una causa se errada o no, porque tú nunca tuviste esa valentía ni lo tendrás para luchar por algo bueno.
    Soy un Loretano que recorrió casi toda la sierra central, por eso me molestan tus comentarios.
    Ojala salga mi comentario y seas valiente en leerlo.

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