Spiagga del poetto

Por Miguel DONAYRE PINEDO

La ciudad de Cagliari, en Cerdeña nos recibió con buen clima. El sol durante el día y muy fresco por las noches. Cuando aterrizaba sobre el suelo insular me recordó la misma sensación de inmensidad de llegar a Isla Grande [por favor, editor y webmaster respete la Gmayúscula de Grande], en Cagliari es el mar, en Isla Grande es el piélago verde del bosque que la envuelve. Durante tres días se desarrollaron las jornadas, “Amazzonia indigena e pratiche di autorareppresentazione”, dirigidas por Riccardo Badini. Entre los participantes se encontraba Antonio Melis, gran peruanista, sus estudios sobre Mariátegui son señeros y en el foro mencionó esa relación del Amauta con la floresta [la figura de la abogada Miguelina Acosta es la más descolló] y como persona Melis es entrañable, derrocha sencillez. En una de las cenas del evento conocí a la traductora al italiano de George Steiner, un regalo del azar. Al terminar esos días de diálogo y reflexión nos dirigimos a una playa a media hora en carro, se llamala Spiagga del Poetto. Es simplemente espléndida. El mar Mediterráneo color turquesa besaba la arena, corría una apacible brisa marina. Es una playa larga y silenciosa, para un insular amazónico seguro que es demasiado – necesita de la bulla como la gasolina al carro. Mientras miraba al mar me salpicaba en mi memoria algunas páginas del libro de Claudio Magris sobre los viajes y su rumiaba sobre ellos. De los viajes circulares [como el viejo vals, Todos vuelven, de César Miro] y los lineales [los viajes de los viajeros modernos]. A mi particularmente cada viaje me cambia un poco y son un híbrido entre lo circular y lo lineal, no soy el mismo que salí de casa, para mi beneficio pendular de los viajes es que he tenido una infancia errabunda. Tomando un refresco y con los pies mojados en el Mar Mediterráneo pensaba en las aguas, en todas las aguas, en las dulces y las saladas. Seguro que una gota de este mar tiene algo de una quebrada del bosque amazónico.