Escribe Percy Vílchez Vela

En una aldea remota de la Amazonía del Perú, en el marco de la baja del precio del petróleo, se inició oficialmente la tan mencionada y esperada Consulta Previa. El hecho histórico, con evidente retraso y con una serie de deficiencias a la vista,   no deja de ser de suma importancia para la vida de los pueblos y comunidades que han sido y son afectados por la explotación del hidrocarburo. La consulta se refiere al lote 192 y  el  primer paso de ese evento demuestra las pugnas, los conflictos, entre los protagonistas que de todas maneras defienden sus intereses.  El balance inicial  de ese evento indica que todavía falta para hacerle más eficaz y democrático. 

En las orillas del lago Anatico, ubicado en la aldea Alianza Cristiana, distrito de Andoas, se inauguró el evento que en teoría anhela conseguir un acuerdo entre las comunidades, las empresas y el Estado peruano. La reunión se llevó a cabo el 11 y el 12 del presente mes de junio, tal y como estaba programado. En el escenario rural estuvieron presentes la organización Federación Indígena Quechua del Pastaza y representantes de Perupetro, el Ministerio de Cultura, la Dirección Ambiental de Asuntos Ambientales y del Ministerio de Energía y Minas.

El inicio de la Consulta Previa tuvo que ver con la información pertinente del proceso que tiene varias fases. El cronograma continuará con reuniones en otros lugares y con la participación de distintas organizaciones indígenas calificadas para tal fin. Ese inicio en la comunidad Alianza Cristiana tuvo sus aciertos, siendo el primero de ellos que efectivamente se realizó contra algunas opiniones que sostenían  que no se ejecutaría dicho evento. El segundo acierto de esa consulta  fue que  se incluyó a las comunidades situadas alrededor del lote 192 que también sufren las consecuencias de la contaminación petrolera. Pero allí nos detenemos y pasamos a mencionar las sombras o los desaciertos que empañaron ese inicio.

El primer  desacierto tiene que ver con una ausencia clamorosa. Nadie sabe debido a qué razones o  impedimentos de última hora no estuvo presente en esa inauguración el representante del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental. Ese vacío impidió que los protagonistas tuvieran un informe de la situación ambiental de la cuenca y la manera cómo actuará el Estado para remediar los daños.  De esa manera queda en el inicio de la Consulta Previa un precedente nefasto que no debería repetirse, puesto que así, con ausencias de datos, de cifras, de informaciones, no se puede realizar un verdadero acuerdo.

En la versión del dirigente Aurelio Chino, líder de Fediquep,  hubo al borde del lago Anatico una falencia en los representantes de las entidades estatales y de la misma empresa petrolera involucrada. “Es necesario que vengan profesionales que estén desde el inicio de estas reuniones de conversación con el Estado. Algunos de ellos llegan hasta aquí y no tienen información muy clara para los pobladores”, declaró el apu citado luego de la reunión. Lo cual implica que hay como un descuido en nombrar a los representantes calificados que van a dialogar con las aldeas. Ello, por supuesto, conspira contra la eficacia de la cita.

El mismo dirigente mencionó que la empresa Perupetro impidió una reunión más amplia y más convocante, puesto que dirigió cartas a varios apus de algunas comunidades para que no asistieran a la cita. Debido a ello no estuvieron presentes en la aldea  Alianza Cristiana representantes de 4 comunidades. Ello es una vieja práctica tendiente a evitar la participación de algunos protagonistas, en aras de evitar los puntos de vista o los reclamos presentes en las agendas. No se puede, por otra parte, marginar a nadie de un evento tan importante para el futuro de esas aldeas y de la misma explotación petrolera.

En la reunión hubo protestas de dirigentes y moradores de Alianza Cristiana. El más citado fue el caso de los ductos que atraviesan el territorio de la comunidad y que de vez en cuando permiten derrames perjudiciales para hombres, mujeres y niños. El pedido de que arreglen esos ductos, fue un clamor unánime que recorrió a lo largo y ancho de la cita. El asunto no fue tratado en ningún momento, como si ese problema no existiera.  Por eso, entre los representantes de las comunidades,  hay la duda de que si el Estado aceptará las propuestas de los pueblos nativos, muchos de los cuales no quieren seguir siendo víctimas de la explotación petrolera.