ESCRIBRE: Jorge Nájar

Habitado por las ambiciones del cambio y de la radicalidad, el poeta Paul Guillén ha concebido su poema documental como un neologismo integral; rupturista con todo lo que se había concebido anteriormente dentro de los terrenos de la poesía. SISMA es al mismo tiempo un hito y un puerto en la ruta de la complejidad peruana, así como el testimonio de la repetitiva tragedia de los sacudimientos terrestres. Un verdadero caso de poema integral tan soñado por sus amigos del Hora Zero. El punto de partida es el terremoto de Pisco ocurrido en 2007. A partir de ahí se sumerge en la poesía experimental para inquirir en torno a la identidad y la historia. Se remonta a la llegada de los conquistadores españoles para tomarles el pelo a los “garcilacistas”, atraviesa la herida de la violencia enfrentando el duelo y la pérdida desde el humor, el impulso lúdico y la resiliencia chicha.

Contrariamente a lo que no pocos todavía creen, el inicio o el fin de las décadas no engendra nuevas ideas y por lo mismo tampoco generaciones. Todo es un proceso. Hay acodaderos como opciones de salvación. Hay la realidad política. Y también personalidades esclarecidas, así como la vida misma en todas sus dimensiones. Y, en este caso estamos ante una respuesta abierta a nuestra historia de violencia, el desamparo de las víctimas y la indolencia de los dominantes, réplicas todas de un paradigma de dominación tan antiguo como el escenario de su canto.

Hace buen tiempo ya estaban en el aire de la sociedad los componentes traductores de la íntima relación entre sociedad y arte.

Los jóvenes que llegaban estaban marcados por los sucesos internos de un país sacudido en los más profundo por el movimiento guerrillero acelerador de dictaduras de cualquier pelaje. Ante la ola masiva de migrantes que abandonaban el campo y organizaban las ocupaciones precarias de las periferias de Lima y otras grandes ciudades, emergieron las tensiones contenidas por siglos, y eso engendró la aparición y extensión del concepto de “generación-clase”.

Las generaciones son minorías de intelectuales que detentan o buscan el liderazgo social, ha sostenido Pablo Macera. Así, ampliando el concepto a los terrenos de la poesía, habríamos de tener, por un lado los poetas provincianos, los limeños miraflorinos y los del centro limeño y por otro los de los pueblos jóvenes, hijos o protagonistas del desborde popular, sin olvidar a los buscadores de identidades en medio de los conflictos interétnicos.

¿Todos ellos formaban una misma generación?

La primera distinción del poeta del 70 es el rechazo del que fue objeto de parte del sector oficialista a consecuencia de sus rasgos confirmativos: la amalgama sincrética de Lima y la provincia”, sostuvo Ricardo Falla Barreda en el agudo ensayo que precedió a su antología Fondo de Fuego. Así, el concepto tradicional de “generación” concebido como un gesto de periodización que unifica líneas discursivas muta hacia la idea de que estos fenómenos son el resultado de las luchas entre los recién llegados frente a los ya establecidos.

Todo lo señalado plasma en SISMA.

Se confrontan en su caja de resonancia los asuntos sociales, políticos, económicos, éticos y estético impulsados por una nueva óptica. Son como olas provenientes de horizontes diferentes. Por eso mismo no se puede hablar de una mirada única. La búsqueda del “poema integral” en muchos casos es el gran anhelo. El poema documental de Paul Guillén es una obra abierta, interactiva, que no tiene clausura porque esa tarea corresponde al lector.

Se nota asimismo el equilibrio conflictivo de los estético “culto” y lo popular-marginal, o abiertamente el rechazo de lo primero por la vigencia de lo segundo. Todo eso sin negar las resonancias de Trilce en los momentos más jocosos de la navegación. La poética de la experiencia pasa por las entradas aquí calificadas de Diario, ocho en total a lo largo del documental. Y la experimentación está en el corazón mismo de esta experiencia; la asociación de diversos discursos -verso, narrativo, ensayístico, dramático, audiovisual, periodístico y otros-; la necesidad de nuevos perfiles humanos para hacer más verosímil un nueva subjetividad; la negación del yo lírico diluyéndolo con otros sujetos propios de la poesía dramática o épica; y la fusión de las cuatro fuentes emisoras de poesía: cosmopolita, nativista, mitológica y urbana.

El poema integral ya no sólo como un anhelo. Rige por encima de todo la voluntad de registrar complejidad del mundo: el coloquialismos, la incorporación de sujetos marginales, los quiebres sonoros y semánticos, la consciencia del lenguaje y el libro como unidad artística. El poema integral plasmado en la idea de integrar o fusionarse con los otros componentes. En claro, incluso dentro de la renovación perduran algunas constantes.

Los antiguos y nuevos alambiques siguen destilando mosto de viejas cepas. No hay cancelación de discurso, tal vez sí la persistencia de algunas formas de coexistencia. La creación de un ambicioso rizoma de asociaciones, sirviéndose de la técnica del montaje y la apropiación.

Paul Guillén suma testimonios e inserta entradas de un supuesto diario personal, tiñendo de originalidad y desenfado lo que, de otro modo, sería solo una cartografía de la adversidad. El resultado es el soñado poema integral de sus amigos de Hora Zero. Un artefacto delirante que confirma la imposibilidad de reducir o simplificar el dilema de la identidad peruana, sin dejar de señalar posibles caminos de expiación y justicia.

No hay cancelación de discursos, insistimos. Más bien, lo que se puede observar es el permanente reciclamiento y el desenfado ante el análisis de una realidad donde la chicha ocupa la primera plana. Sin olvidar que este poema documental, se cierra con el intenso y profundamente lírico “Peces del mar del norte”.

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