¡Acuérdense! Van a salir sendas cortinas de humo en toda dimensión y en todo nivel. Nos van a confundir porque el sistema corrupto que se ha instaurado se les cae. Todos, hasta los más “cuerdos” y limpios periodistas van a estar salpicados y, si se logra saber todo, no va quedar nadie en pie. La gente de Ypis, cuyos directivos son visto como reputados y limpios periodistas recibieron donaciones de Odebrecht, una manera elegante de ganarte el silencio de los que tendrían que hacer su trabajo porque están más cerca del poder podrido que empieza descubrirse.

En realidad de comprobarse lo que es percepción se hace tangible. ¿Acaso algún peruano que era interrogado podía decir antes de los casos de corrupción de Odebrecht que los políticos actuales eran o al menos parecían honestos? Nadie y si, como ordena la lógica y la predictibilidad (como le gusta hablar a los jueces), los tres ex presidentes tendrían que ir a la cárcel. Tal vez si matamos una etapa de la república peruana, antes de los 200 años de su inauguración, entonces podríamos hablar de una refundación.

Lamentablemente hay que aceptar que la corrupción que habíamos visto con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos había sido sólo una bisagra para lo que estaba por venir. Si hablamos de montos, lo que ahora parece estar en juego con la corrupción de Odebrecht a los políticos peruanos nos va a delatar que la corrupción de la época del guano, el caucho o la privatización fujimorista será un chancay. Y no vengan que en tiempos del dictador el Estado se prostituyó para servir a la corrupción.

O acaso no es lo mismo que se haya hecho leyes a favor de la empresa brasilera y que sistemáticamente haya podido operar sobrevalorando impunemente en todos los niveles. Para que haya pasado eso, se requiere no sólo de un armazón estatal sino de una cadena de funcionarios que ahora sabemos recibieron sistemáticamente coimas las que, es obvio, han llegado a los niveles más altos que esperemos salgan en los próximos días. Refundar la república actual implica también una movilización social, una sensibilidad; la indignación latente que lamentablemente está lejana o al menos eso parece.

La gente conoce y está convencida que el sistema político es corrupto en el país. Odebrecht es la comprobación última de esta realidad, pero no existe regeneración o sanación de las heridas o al menos procesos de higiene política y social si no existe cierta movilización que haga temblar el sistema actual armado para corromper o para promover a los de siempre. Mientras esto suceda no basta el posteo multitudinario por Facebook. Esta red no hará el trabajo popular. Sólo habrá información y mucha de esta va ser manipulada, descontextualizada y así en unos años más se volverá en el lamento de siempre. ¡Aquí no ha pasado nada!

elescribidor3@hotmail.com