Un escaso capital político está por evaporarse. Los últimos hallazgos encontrados en las compras de la primera dama Nadine Heredia van a terminar por sepultar al nacionalismo a una mínima expresión. La frivolidad es un detonante casi sin retorno en las figuras políticas, más aún en un país machista como el nuestro. Si antes se pensaba que, fácil Nadine colocaba 15 congresistas, ahora un destino como el APRA en el Congreso podrían tener los Humanistas.
La oposición (y no necesariamente esta sino la electoral) va utilizar el embuste político de una pareja que enarboló la lucha contra las clases dominantes y las va relacionar directamente con las carteras, joyas y frivolidades que se compran con un sentido estricto de suicidio político. ¿Acaso alguien puede pensar que nunca nadie se iba a enterar de estos souvenir de miles de dólares?
Cuando quisieron aniquilar a Eliane Karp justamente fue bajo esta condición. Sus compras en palacio y, a pesar que fueron más vernáculares que costosas, le pasaron factura a ella y su esposo. Aquí habrá una mayor escalada opositora pues con Karp, sabían que no había posibilidad de una candidata, pero con la demolición de Nadine se comprobará una vez más que es muy fácil deshacerse de una rival. Hay que saber lo que compra y lo que come.
De hecho, la pareja presidencial lo sabían desde que llegaron al poder, pero me imagino que pesó más el arribismo de una familia de clase media que vivía a duras penas y que el único mérito familiar fue rebelarse a medias contra una dictadura, para nacer como figura política. Tenían ganas de convertirse en aristocracia. Un detalle se conoció cuando salía en revistas del jet set limeño. Es esa misma angurria social de cierta izquierda que cuando son poder y ocurren estos descubrimientos, la misma realidad termina por sepultarlos. Una pena.
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