ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

El tema de inseguridad en Iquitos, que tiene como colofón el asesinato del abogado Serman de la Cruz en su vivienda con video incluido, se ha vuelto algo así como el fútbol: todos opinan y los periodistas lo que menos hacemos es nuestra chamba, es decir solicitar las declaraciones de especialistas.

Lo más resaltado, aunque no siempre lo más importante, de la reunión de autoridades la mañana del lunes fue la decisión de solicitar que el jefe policial, general PNP Héctor Bernal, se vaya de Iquitos porque no está cumpliendo con su principal labor: brindar seguridad a los ciudadanos. Esta petición nació como consecuencia del asesinato del abogado. Si la vuelta a ser una ciudad segura pasaría por el retiro del general lo más coherente sería que hoy mismo Bernal se vaya de Iquitos. Sin embargo, para tomar como ejemplo las circunstancias del asesinato de Serman de la Cruz, los sicarios no andaban encapuchados y las cámaras de seguridad particulares han mostrado cómo es que llegaron, mataron y se fueron. Vale decir, ni prohibir la circulación de encapuchados ni la instalación de cámaras en toda la ciudad evitará muertes violentas. Lo que demuestra, además, que se requiere una estrategia integral y de mediano plazo para que no haya esa sensación de inseguridad en Iquitos. Esta carencia de plan debería ser la principal razón por la que el general Bernal debería dejar el cargo. En ocho meses ha hecho de todo, menos cumplir con su principal función. Para sustentar lo dicho sólo dos situaciones.

El jefe policial ha explicado, en declaraciones a Pro & Contra y otros medios, que el retiro del patrullaje policial en motocicletas que él decidió se debe a que se ha detectado casos de corrupción en los policías. Es decir, admite que sus subordinados pedían coimas a los intervenidos. Los subalternos del general no tenían el propósito de combatir la delincuencia callejera sino quitar el dinero a los conductores de vehículos. Ante esa situación al general se le ocurre quitar la necesaria vigilancia policial. Por eso debe irse. Ante la aprobación de la ordenanza municipal que prohíbe la circulación de encapuchados en Iquitos el jefe policial declaró que desconocía dicha medida (lo que demuestra que su servicio de inteligencia carece de lo elemental: información e inteligencia) y en el colmo de la impertinencia, para usar el término del alcalde Vladimir Chong, dijo que no podía prohibir el libre tránsito de personas encapuchadas porque eso iba contra la Constitución. Y “las batidas” diarias que hacen los policías ¿no es algo parecido?. Por eso debe irse. Como es lógico, desde que el general Bernal llegó a Iquitos y no mostró ningún plan de lucha contra la delincuencia varios periodistas le han criticado, con voces tenues y altisonantes. Lejos de responder con resultados el jefe policial ha iniciado un proceso judicial contra el periodista Juan Carlos Martín Rodríguez, director del programa “Loreto en la noticia”. Tiene derecho a eso, claro que sí. Pero tiene la obligación primordial de dar seguridad a los ciudadanos. Tenemos un jefe policial que está más preocupado en enfrentarse a los periodistas que a los delincuentes. Por eso debe irse.

Que no se crea tampoco que ido el general, ido los sicarios y los robamotos y los policías que piden plata a los conductores. No seamos ilusos. El asesinato de Serman de la Cruz es una consecuencia de todos los factores que sufren las ciudades en crecimiento. Aumentan las cosas buenas, como la inauguración del mall, y también las malas. En este crecimiento las autoridades tienen la responsabilidad de tomar las mejores decisiones y ejecutar un plan integral. Iquitos ha vivido (recuérdese que el 4 de agosto del 2004, hace 19 años, se mató en su propio domicilio a un regidor de la manera más cruel y despiadada) durante toda su historia con hechos de sangre. Cambian los asesinos y los asesinados. Que el sicariato y la delincuencia no sea como el fútbol y los futbolistas peruanos: todos opinan, prescinden de los especialistas y cada cierto tiempo estamos tratando de encontrar explicaciones solo con suposiciones. La diferencia con el fútbol es que quienes meten su cuchara no ponen en peligro la vida de los demás, con la delincuencia y el sicariato sí se producen muertes que podrían evitarse.