ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

Atrás ha quedado, como no podía ser de otra forma, los años en que se tenía que leer los diarios de la época para enterarnos cuántas gallinas se había matado, cuántos huevos se había utilizado, cuántos kilos de aceituna se había consumido, cuántos kilos de arroz se había comprado para la preparación de los juanes durante la fiesta de San Juan. Esos datos que los daba con no exacta precisión don Alfonso Navarro Cauper son cosa del pasado.

En 1974, junio por supuesto, la Comunidad Campesina de San Juan de Miraflores, tuvo por primera vez la oportunidad de organizar las actividades por la fiesta patronal sanjuanina y desde aquel entonces la peregrinación hacia el sur de Iquitos era obligada no sólo para comer sino para bailar, enamorar y demás cositas que los hombres y mujeres hacían aprovechando el frío de San Juan y la algarabía general alrededor de ese santo. “Ha primado el consumo de no menos de cuatro mil cajas de cerveza. Luego de haberse consumido juanes, bailado cuatro noches con sus días”, escribía Dolores Chapeyquen en el diario “Impreso” que dirigía el empresario Alberto Arévalo.

Muchos juanes han sido comidos bajo los puentes, cerca a los “ojos de agua”, hasta llegar a este 2023 donde los municipios de San Juan, Maynas, la Comunidad Campesina y el GOREL han coincidido en el intento de organizar la diversión. Hay quienes dicen que esas entidades deberían preocuparse en arreglar las calles, mejorar el servicio de recojo de basura, optimizar el sistema de desagüe y más “cosas prioritarias”.

Si los hacemos caso nunca se celebraría ninguna fiesta. Lo más curioso, e hipócrita del caso, es que quienes lo dicen son los primeros en celebrar cumpleaños y otras fiestas cuando tienen el techo de la casa a punto de caerse, los servicios básicos del hogar colapsados y, cómo no, gastan parte de sus ingresos en el licor amargo. Este columnista hace décadas pide que las fiestas regionales sea una combinación de lo nuestro con lo foráneo. Si se trae, porque la gente así lo quiere y exige, a grupos musicales de otras ciudades también se contrate a los nuestros. Este 2023 así fue. Junto con los famosos nacionales estuvieron los famosos internacionales nuestros “Los Wembler`s”, Ruth Karina (los primeros ya en una nueva gira europea y la segunda acaba de terminar su gira por Estados Unidos).

Eso por la música. Porque para sentir orgullo por sus logros y esfuerzo por esos días sanjuaninos estuvo como invitado Luis Arévalo quien vino desde Madrid para ser jurado en los concursos gastronómicos y junto con Alejandro Cáceres y otros degustaron los potajes de más de una docena de competidores. Hace años este columnista pide a manera de exigencia que cuando se haga actividades como las de San Juan y otras fiestas populares se traiga a la mayoría de cocineros que pasean su arte culinario por el mundo usando de vez en cuando ingredientes amazónicos. Sería obtuso oponerse a una organización que toma en cuenta componentes en los que uno cree y sueña.

Será motivo de otra crónica los ajetreos de esos cinco días de junio del 2023 donde se montaron espectáculos inolvidables. Los que vendían cerveza comenzaban con un precio y terminaban con uno mayor en la noche, los que vendían comida también se sorprendían que la gente no buscara juane sino chanchito y pollito. Se programó concursos de canto y también de perros. Se realizó competencia de motocross y también de boxeo LGTBI, como una forma de ser inclusivos.

Todo ello tiene que ser visto como un modelo de integridad en la festividad. Los amazónicos somos festivos. Con cierta exageración un compositor nacido en Iquitos afirmaba que en la Amazonía hasta en los velorios somos festivos. El reto de los municipios de San Juan, Maynas, Comunidad Campesina y GOREL es que cada año tiene que ser mejor la celebración. Felizmente este 2023 es el inicio de gestión de la mayoría de autoridades, así que es decisión y responsabilidad de ellas que cada años sea mejor y que el sucesor que los reemplace trate de superarlos y la gente tenga fiesta y algarabía. Hoy no se puede afirmar cuántas cajas de cerveza se consumieron o qué cantidad de gallinas se utilizaron para los juanes. No porque don Alfonso Navarro Cauper ya no esté entre nosotros sino porque el crecimiento demográfico lo impide.

Queda sólo alegrarnos porque el pueblo bailó, bebió y comió en su fiesta patronal como lo hacen los pobladores en todas partes del mundo. Si antes de consumía cuatro mil cajas de cerveza, se bailaba cuatro noches con sus días, hoy debemos alegrarnos que hubo un movimiento de más de tres millones de soles se combinó lo nuestro con lo foráneo. Que viva la fiesta de San Juan.