Terminaba 1982. Comenzaba 1983. La selección del colegio San Agustín era un trío. Los promocionales del 82, 83 y 84 nos juntábamos para ganar a todos los equipos de los demás colegios. Reinábamos en la capital loretana. Eran los tiempos en que jugar en la selección del colegio te daba otro estatus. Dentro y fuera del colegio. Dentro, por ejemplo, te permitía estar exonerado para Educación Física y aprovechar esa condición para propiciar que otros compañeros hicieran lo mismo, aunque de deporte no sabían nada. Fuera, permitía que los alumnos y alumnas de los demás colegios te miraran de otra forma.
Eran los tiempos en que se suspendía las clases para ir alentar a la selección. Y en una oportunidad -como solidaridad escolar no me acuerdo para qué obra benéfica- se llenó el Max Augustín con un partido donde se definía el título y ganamos con sangre, sudor y lágrimas al Colegio Loreto, hoy desaparecido.
Esos años fueron maravillosos. Varios de los jugadores de esa selección participaron en el fútbol profesional. El que más destacó –por su disciplina, habilidad y don de gente fue Marcial Salazar que llegó a jugar a la selección peruana, además de Alianza Lima, nada menos- fue un muchacho que llegó e inmediatamente participó en los partidos de fútbol y basquetbol. Quien diría que por esas condiciones lejos de merecer el reconocimiento público siempre ha sido blanco de los más arteros ataques dentro y fuera de las canchas durante los reencuentros de diciembre.
Pero sí hubo uno como Masho que destacó con luz propia la mayoría nos quedamos en equipos de barrio. Pero varios nos encontramos en alguna parte del mundo y no hay forma de evitar dialogar sobre los partidos en Iquitos, la derrota en Yurimaguas, la tragicomedia en el estadio San Martín. Muy pocos hemos cultivado lo que se llama amistad. Pero recordar las jornadas del 82 y 83 -por lo menos en mi caso- siempre ha servido para saber que fuimos un gran equipo.
Entre todos había un volante de marca a quien llamábamos “Papelito”, por su enorme parecido a uno de los mejores arqueros que tuvo Colegio Nacional de Iquitos. Después que la promoción 1983 egresó siempre nos hemos reunido en la cancha del Colegio. Por eso 1984 será recordado como el inicio de los reencuentros que muchos años después adquirieron la fama y escándalo que hoy tienen. Y en todos esos reencuentros nos encontramos con los seleccionados y hay quienes aún recuerdan las jugadas que hacíamos. Claro, que hay algunos que desean jugar como esos años y terminan haciendo el ridículo. Claro.
A inicios de semana he recibido la llamada de Luis Macedo Vela, uno de los mejores defensas centrales que haya defendido al Colegio San Agustín. Escuetamente me informó que este fin de semana nos vamos a reencontrar los que de alguna forma vestimos la camiseta de la selección de esos años. Muchos dicen -y coincido con ellos- que la selección del Colegio San Agustín de 1982 fue la mejor de todos los tiempos. Y el que propicia este reencuentro es Luis Andrés Saavedra Cárdenas, quien se hacía respetar dentro y fuera del campo. Fuera por sus estudios y dentro por su disciplina. Así que, después de 33 años trataremos de jugar como en esos años, aunque me late que terminaremos bebiendo como varios ya lo hacían desde esa época.