por Filiberto Cueva
Si queríamos salir de la ciudad – desconectar del creciente y nuevo Perú – la primera opción para los lambayecanos durante años ha sido Chaparrí. Una área natural protegida de 34, 412 hectáreas ubicada en Lambayeque (norte peruano), caracterizada por sus bosques, paisajes de ensueño y su variedad de especies animales.
De acuerdo con la historia de la humanidad, los últimos años han traído consigo una serie de avances e invenciones como nunca antes se han visto. Sin embargo, nunca antes se han visto también cuadros de estrés y depresión como los que manifiesta el hombre en la actualidad. Casos en los que el ser humano solo quiere huir, encontrar un espacio libre de la modernidad y descansar, para conectar consigo mismo. En tal sentido, Chaparrí sirvió de terapia para muchos, quienes cansados del ruido y ajetreo de la ciudad, solo buscaban un espacio para respirar y poner en calma sus emociones.
Pero así como un espacio de distracción y sano entretenimiento, Chaparrí también se convirtió en un modelo de gestión y sostenibilidad liderado por la comunidad campesina Muchik Santa Catalina de Chongoyape que luego de un gran esfuerzo convirtieron dicha área natural protegida en una de las iniciativas de conservación más exitosas del Perú y uno de los principales íconos turísticos de Lambayeque que de acuerdo con el Objetivo 15 de Desarrollo Sostenible de la Naciones Unidas todo los países están llamados a promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y frenar la pérdida de la diversidad biológica.
Sin embargo, un grupo de personas, la mayoría ajenas a la comunidad campesina, a través de una serie de acciones ilegales (como falsificación de documentos y validación de acciones que nos están dentro del marco del estatuto de la comunidad) han logrado apoderarse del control de la directiva comunal, llegando incluso, a apoderarse la comunidad campesina, logrando su registro ante los organismos correspondientes (SUNARP).
Los más afectados serán las especies animales y vegetales que habitan el área protegida debido a las acciones de cacería furtiva, tala de árboles y el tráfico de terrenos que vienen realizando personas foráneas a la comunidad, mismas que al parecer no tienen conocimiento del daño que le están haciendo no solo al lugar, sino al mundo. Por lo que defender ahora Chaparrí es contribuir con la sostenibilidad del planeta “Salvar Chaparrí es salvar el mundo”.
Al respecto, Ban Ki Moon Secretario General de la Naciones Unidas señaló en el 2014 que “No podemos negociar con la Madre Naturaleza” haciendo un llamado a protegerla por encima de los intereses personales del mundo.