Escribe: Percy Vílchez Vela

La extirpación de idolatrías fue el intento más devastador de acabar con las culturas oriundas del Perú. Pese a todo lo que entonces se hizo no se logró  exterminar a esas gentes que practicaban otros ritos, que tenían otras costumbres. Como consecuencia de ello, el Perú se afianzó con un país multicultural, una nación de variadas lenguas. El Perú oficial ignoró esa realidad multicolor y  siempre marginó a esas colectividades que enriquecían al país. La exclusión ha sido un drama para los oriundos que pese a todo han buscado sus reivindicaciones a lo largo y ancho de la historia. Una de las reivindicaciones más sentidas es el uso  de las lenguas originarias. Después  de mucho y de tanto, recién se está viendo el reglamento de la ley de ese rubro fundamental en la vida de tantas comunidades.  

En un país donde las cosas se hacen tardíamente no debe llamar la atención que recién se haga un proceso de Consulta Previa para ver el reglamento de la ley citada líneas arriba. Ello se debió hacer hace décadas,  cuando hizo su aparición en el escenario nacional el Indigenismo. Pero no, pero nada se hizo. Ha tenido que pasar bastante tiempo para que oficialmente el Estado trate de dar una normatividad jurídica a las tantas lenguas que hay en este país. Es como si se hubiera perdido bastante tiempo tratando de conservar la supremacía de una sola lengua, la lengua traída  por los invasores, en detrimento de esas lenguas ancestrales que hablaron los primeros habitantes de esta vasto país. Desde luego, más vale tarde que nunca,   y es de todas maneras un avance que ahora se aborde el tema de las lenguas que marginalmente hablan miles  de peruanos de ambos sexos.

En el taller, realizado en Iquitos el 1 y el 2 del presente mes de marzo,  participaron unos 100 representantes de diversas instituciones andinas y amazónicas que tienen un alcance nacional. Es decir, el evento tuvo una dimensión ambiciosa e incluyente que permitió la presencia de la mayor cantidad de personas. El principio elemental de no excluir a nadie fue la norma que sustentó el evento. A esos representantes originarios se sumaron diferentes personalidades de entidades importantes del país como Ministerio de Cultura, Defensoría del Pueblo, Ministerio de Educación,  lo cual dio un carácter oficial a la reunión que se realizó en un conocido hotel de Iquitos.

La modalidad del evento fue la de información. Se trató de dar a conocer el contenido de los 42 artículos de la propuesta de reglamento de la ley mencionada. En un país excluyente, discriminador, esos artículos buscan proteger los derechos linguisticos que tienen ciertos pobladores peruanos. Lo cual equivale a asegurar las condiciones para el desarrollo y mantenimiento de esas riquezas culturales. No se puede seguir permitiendo que esas lenguas originarias vivan en el desamparo y estén constantemente amenazados por el desprecio, la marginación y el silencio. De lo que se trata es de incorporar a la vida nacional esos aportes que vienen desde la distancia de los siglos.

En la Amazonía del Perú muchas lenguas originarias han desaparecido sin remedio, dejando un vacío o un forado en la conciencia regional. Esas desapariciones ocurrieron porque nunca ha existido protección para los hablantes de esas lenguas. En el desamparo absoluto esas comunidades no pudieron seguir sobreviviendo y se extinguieron dejando pocos rastros como testimonio. Esa historia espeluznante no debe repetirse. No debe haber más urnas funerarias. En ese sentido el reglamento de la ley citada pretende desarrollar la formación de intérpretes y traductores que conserven los derechos de tantos hablantes del país.

El reglamento de la ley mencionada propone, además, la contratación de servidores públicos que hablen la lengua de la población que sirven para evitar así la incomunicación o el malentendido. También propone una serie de mecanismos para evitar la discriminación de quienes hablan en otra lengua. Luego de la información el proceso de Consulta Previa seguirá con la etapa de evaluación, luego vendrá la etapa del diálogo donde ambas partes, los indígenas y el Ministerio de Cultura, arribarán a acuerdos que constarán posteriormente en el acta  de la consulta.

Los antiguos Yameo no hubieran desaparecido si es que hubiera habido protección estatal y oficial de las lenguas originarias. Otros linajes selváticos tampoco se hubieran extinguido tan fácilmente si hubiera existido una ley que ampare a los oriundos. Nunca es tarde para remediar las cosas. Y creemos que la ley de las lenguas indígenas y originarias es como el inicio de la salvación de tantos compatriotas que a lo largo del tiempo han vivido desamparados. La eficacia de esa ley va a depender de lo que hagan las instituciones indígenas para ganar un espacio en el escenario nacional.