Ensalada rusa

Ensalada, montaña y ruleta rusa

 También puede ser una excusa para hacernos preguntas que a veces no nos atrevemos ni a pronunciar en voz alta. Como, por ejemplo, “¿los rusos comen ensaladilla rusa?” o “¿cómo llaman los rusos a las montañas rusas?”. Siguiendo nuestra vocación de servicio público y tras resolver otras grandes dudas de la humanidad como por qué el Sugus de piña es azul, en Verne procedemos a contestar a las dudas relacionadas con algunas incursiones de este gentilicio en nuestro vocabulario.

El Mundial de Fútbol es uno de estos eventos que sirve, entre otras muchas cosas, para promocionar el turismo del país que lo organiza. Gracias a toda la exposición mediática podemos aprender muchas cosas sobre, en este caso, Rusia. Aunque no todas buenas, claro.

¿Los rusos comen ensaladilla rusa?

La ensaladilla rusa no se creó en Rusia, pero sí es muy popular allí, como confirma a Verne Javier González, español afincado en este país. Eso sí, se conoce como “ensalada Olivier”.

Tal y como recogía El Comidista, la ensalada rusa recibe este nombre en muchos países en honor a Lucien Olivier, cocinero belga de origen francés que se hizo famoso por la ensalada que servía en el restaurante Hermitage, de Moscú, a mediados del siglo XIX. Se trataba de una versión barroca (y cara) de la actual ensaladilla rusa.

Pero Olivier, más que inventar, popularizó una ensalada ya conocida a principios del siglo XIX . Tuvo varios nombres, incluido el de ensalada rusa, con ingredientes más o menos variados, aunque siempre con mayonesa por encima. Después de la Guerra Civil, en España se intentó cambiarle el nombre a “ensaladilla nacional” o “imperial”. Sin éxito, como cuando en Estados Unidos algunos se empeñaron en que las patatas fritas dejaran de ser French fries para llamarse freedom fries.

¿Los rusos inventaron la ruleta rusa?

La ruleta rusa se llama igual en Rusia, nos explica González: russkaya ruleta. Aunque también se conoce como “ruleta húsar” y “soprano”. Aparece una mención al hecho de jugarse la vida con una pistola cargada con una sola bala en El fatalista, cuento de Mijaíl Lérmontov incluido en Un héroe de nuestro tiempo (1840). Sin embargo, la primera vez que se usa el término es en 1937, en un cuento del suizo Georges Surdez publicado en la revista estadounidense Collier’s y titulado, precisamente, Ruleta rusa.

En este relato quien presenta el juego es un sargento ruso de la legión extranjera francesa. Y su versión es más complicada de sobrevivir, ya que solo se retira una bala y se dejan cinco. Eso sí, ni siquiera está claro si el juego llegó realmente a ponerse en práctica en la Rusia de la guerra civil (1917-1923), tal y como sugiere el relato.

¿Son rusos los filetes rusos?

El filete ruso, según nos cuenta González, no tiene ese nombre en Rusia: “Hay muchas variantes. Es simplemente un filete, hamburguesa… hecho de farsh  (carne picada, Фарш)… Por ejemplo, el bistec tártaro (tatarski bifshtekc)”.

La historia de este trozo de carne picada y sazonada (y a veces rebozada) tiene precedentes en la cocina romana y, sobre todo, mongol. En el siglo XVIII se estilaba en ciudades portuarias, especialmente Hamburgo, de donde llegó a Estados Unidos. Allí recibió el nombre de “filete al estilo de Hamburgo” o “hamburguesa”. Otra versión más parecida a lo que aquí conocemos como filete ruso es el Salisbury steak.

¿Cómo llaman los rusos a las montañas rusas?

Las montañas rusas se conocen en Rusia como “montañas americanas”. Estas atracciones se conocen también en francés como montagnes russes y en italiano como montagne russe. Pero en inglés son “roller-coasters”.

En Rusia se llaman “americanas” porque las modernas tienen su origen en Estados Unidos en el siglo XIX. Pero en otros países se llaman rusas precisamente porque en los siglos XV y XVI, en algunos pueblos rusos se construían toboganes de madera para deslizarse sobre el hielo en verano: “Los aventureros se sentaban en bloques de hielo y dejaban que la gravedad siguiera su curso”, recoge The Washington Post.

En el siglo XIX, la atracción se exportó a Francia, donde recibió el nombre por el que la conocemos. Allí no hace tanto frío, así que se optó por vagonetas con ruedas sobre raíles. Según la Enciclopedia Británica, “no se prestaba mucha atención a las medidas de seguridad, aunque, por extraño que parezca, las heridas que sufrían los pasajeros por los descarrilamientos aumentaban la notoriedad y asistencia de la atracción”. (El País)