Reformar el estado saca callos
A propósito de la Ley Servir y Universitaria
Parece que en estas dos semanas el Congreso se quiere apuntar unos bonos de popularidad aprobando parte de lo que podríamos considerar una reforma imparcial del Estado. Esta iniciativa que debió estar ya plasmada en proyecto una vez que este gobierno asumió el mandato a casi dos años del mismo se viene impulsando de tal manera que los sectores dirigenciales y la oposición han dicho ahora que son muy acelerados, que se están haciendo entre gallos y medianoche y que faltaba recibir sugerencias de los sectores involucrados.
La Ley Servir y la reforma por capítulos que viene siendo aprobada en la Comisión de Educación de la nueva ley universitaria son una segunda parte de esta reforma imparcial. La primera ha sido la Ley de Reforma Magisterial LRM, que tras su promulgación y ahora puesta en marcha, sin duda el gobierno ha tomado el aire suficiente para sostener las olas de críticas y huelgas que se han iniciado desde ayer en todo el país.
Esta aprobación, aunque muchos podrían pensar que tienen un costo político – electoral, en realidad traen consigo una ganancia neta en el tiempo en estos campos. Ningún peruano se debe haber sentido bien al ser atendido por la burocracia nacional en todos sus niveles y áreas, en este sentido reformarla, ajustarla y evaluarla es –más allá de lo que puedan decir cierta dirigencia- una ventaja ante la opinión pública que se fortalecerá en el tiempo de acuerdo a la celeridad de su implementación tras conocer (si es que se da), primero la promulgación y luego la reglamentación. Dos variables claves que a veces no se cumplen debido a que el gobierno puede sentir que la calle se pone brava, entonces retrocede y deja todo el aparato estatal como está: un caos.
Sobre los considerandos de esta reforma sería muy discutible. La mayoría se ha centrado en la pérdida de la estabilidad laboral y la negociación colectiva. Aunque estas han sido negadas por el oficialismo aduciendo que ahora tienen otra figura y otros alcances, lo cierto es que uno de los males de la burocracia es la estabilidad absoluta. Si alguien debería estar contento, en todo caso, con esta nueva ley son los miles de trabajadores que pertenecían al sistema denominado CAS, puesto que peor que estar en esta condición no existe y el estado era uno de los primeros que burlaba los convenios internacionales al persistir en esa condición a los trabajadores, con esta norma desaparecen.
Otro sector que no debe temer son los profesionales y sobre todo los jóvenes, puesto que una nueva categorización dentro de su sector los podrá llevar a triplicar sus sueldos o poder asumir cargos similares en sectores, ministerios u organismos que antes eran impensables. Y el sector público sin duda gana también en meritocracia, puesto que un buen estudiante y profesional no veía al Estado como garantía para vivir de estos sueldos. Por eso la corrupción, el compadrazgo y el chantaje dirigencial eran la única manera de escalonar en el sistema actual. Un joven profesional era fácil y rápidamente devorado por este sistema perverso.
Los mayores perjudicados son una cúpula que en largos años jamás había pensado en auto capacitarse, perfeccionarse y vivía a costas de los mismos trabajadores. Ahora no tendrán licencia indefinida y si es que no se han profesionalizado entonces no podrán ascender. Antes de la antigüedad, que era sinónimo de mayores sueldos, ahora primará la meritocracia, es ahí el punto en discordia para ellos. Claro que responder con el prurito de “copamiento, despidos masivos y directivas del FMI o Banco Mundial”, son los cucos creados a los que ya estamos acostumbrados.
No hay mejor país sin mejor educación y reforma del aparato estatal. Estos pasos se han dado lentamente y es por eso que podría tener signos de debilidad o no se puedan concretar finalmente al término de este gobierno. Depende mucho no sólo de la información sostenida y en todos los niveles sobre los beneficios de estas leyes que se están generando en el Congreso sino también de la rapidez con la que se apliquen. Iniciar un cambio implica evidentemente una contraposición, pero superarlos, sostenerlos y presentar los resultados de lo proyectado es actuar con responsabilidad. Al final y luego de toda la marea vendrán los reconocimientos.
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