Redes sociales y cultura: una dinámica creciente y positiva

Las redes sociales se han convertido en un espacio de difusión viral de información que ha generado una serie de fenómenos. También se ha visibilizado como fuente de debate permanente o incluso como espejo de las taras sociales y los problemas educativos de nuestro país (el reciente proceso electoral desnudó un racismo latente nunca antes mostrado de modo tan cristalino a través de estas herramientas).

Sin embargo, pese a la polémica, las redes y las tecnologías web, su uso y práctica constante, han permitido ampliar interacciones, generar procesos de intercambio, nuevos modelos de difusión y de encuentro entre varios actores que se dedican al arte, la cultura y la gestión de productos de este tipo. Además, cubrir una red amplia, dinámica, bastante sólida que genere contenidos, que fomente proyectos, que establezca formatos de presentación y, claro está, también distribuya dichos productos de un modo rápido y lo más amplio posible a nivel público.

En el 2005 decidí abrir un blog sobre temas amazónicos llamado Diario de IQT. Era una suerte de bitácora en el que incluía información que me interesaba, no solo en formato de texto, sino a través de imágenes e incluso de video. Poco a poco la bitácora virtual fue supliendo espacios, al manejarse información que no era ubicable en los medios de comunicación tradicionales, no solo Iquitos, sino mucho más a nivel nacional o internacional.

Uno de los temas que he tocado con mayor intensidad y fuerza fue la cultura. La idea principal era comunicar fenómenos artísticos, manifestaciones y artistas amazónicos. Eso permitió que a través de la viralidad se permitiese una información amplia y de calidad sobre el tema, escaso o casi nulo en los medios tradicionales.

El paso del tiempo (que se percibe transcurre mucho más rápido en la Internet) ahora no solo ha permitido que los blogs sean espacios, sino redes como el Facebook, el Twitter, plataformas virtuales, canales de difusión audiovisual, galerías de imágenes en tiempo real. La tecnología, increíblemente, ha permitido que se manifieste una mayor integración y un mayor conocimiento de nuestra oferta cultural (sobre todo aquella que se genera desde espacios pequeños, no centralistas, alternativos), a pesar, por ejemplo, que a veces en provincias el Estado ha descuidado su labor en cuanto a proveer de una banda ancha o un sistema de conectividad adecuados.

La geografía y el contexto se disuelven, se percibe una «globalización virtual» interna. Evidentemente, las redes sociales suplen la carencia o la pequeñez o la poca especialización de información cultural, no solo del deseo, sino de la necesidad. Poco a poco se están generando fuentes mucho más técnicas y más grandes, que logran tener una voz bastante creíble, prestigiosa y amplia, a veces mucho más incluso que la de los medios. En provincias, los ciudadanos se encargan de armar la oferta informativa a través de las redes sociales.

A través de las tecnologías estamos llegando a un medio más vasto, y hablando de un tema que no le interesa mucho a los medios tradicionales como la cultura. Hay una generación de artistas que se encuentran difundiendo, sino grupos que buscan mostrar, tanto temas coyunturales como asuntos históricos, canales digitales, así como la recuperación de la identidad amazónica y el valor patrimonial de los espacios físicos. Además, se genera una metodología del debate muy intenso.

Las redes funcionan como instrumentos para desarrollar inquietudes. El ciudadano 2.0 suple la carencia de información que no le están dando los medios de comunicación tradicionales. El resultado es optimista. Pero, además, no hay solo un afán estético, sino también una urgencia expresiva.

Los nuevos ciber-comunicadores, aprovechando las herramientas han generado una riqueza intercultural y una difusión ejemplar de los temas que a cada uno de ellos interesan (los cuales, al fin y al cabo interesan a todos nosotros). Es  difícil decir con precisión cuántos blogs o usuarios de redes sociales se dedican constantemente a levantar información cultural, sin embargo, la cantidad de artistas, escritores, cinéfilos o gestores que usan las redes en nuestra región, por ejemplo, para difundir su propuesta o su creatividad es impresionante.

En este sentido, este artículo no pretende ser una recopilación o inventario de los mismos, sino una pequeña guía de los que, según mi modesta opinión, he recurrido y sigo recurriendo (o seguiré recurriendo en el futuro). Hay plataformas de información constante a la cual recurrir, por ejemplo. Uno de ellos es el blog Sientemag, que tiene una gran y variada oferta. No solo se mueven en blog, sino a través de Facebook y Twitter. Lo mismo podríamos decir de las importantes bitácoras sobre temas culturales en provincias (El Caminerito, por ejemplo, en Cusco; 7 Esquinas en Arequipa; Marea Cultural, que se gestó a partir de Chimbote o El Ronsoco Azul desde Pucallpa).

Se ha creado además una red muy interesante de periodistas culturales, que ya es posible descubrir activamente en redes y levantando notas. Se pretende que esta iniciativa empiece a ganar adeptos mayores con más fuerza en los próximos meses.

No olvidar espacios de discusión especializada como Cinencuentro, En Cinta o la Red Literaria Peruana. Además, en grupos de interés, sin duda, destacan Cinemaperú o la Comunidad Educativa Loretana y boletines virtuales como el de Literatura Peruana de Fantasía. Un espacio también muy activo en internet, que busca no solo la difusión, sino también la interacción y el desarrollo de la gestión en el tema es Culturaperú.

Y así, muchos usuarios en las redes (los cuales por razones de espacio sería imposible enumerar en detalle en este artículo) empiezan a crear y a generar información para la red. La cultura empieza a sentirse menos ajena y más cercana. La dinámica es creciente y positiva. Vamos bien, felizmente.