Recuperar la rectoría de la educación

 200

Me ha llegado una advertencia que suena a amenaza en el colegio de mi hijo. Al siguiente año la pensión subirá un 20% más de lo que cuesta ahora. “Firme Ud. En el lapso de 9 días, si no es así, entenderemos que su vacante estará libre para disponerla”. Y se despiden aludiendo a la fe. A este ritmo en cinco años se duplicará la pensión haciéndola insoportable, en el fondo pienso que me quieren echar con este pretexto. Aunque me duela la fraternidad de los alumnos, seguramente el factor económico los hará separar a varios para que ingresen otros y no creo que Dios se haya enterado de lo que está haciendo este colegio católico, sino alguna sanción les habría enviado.

El problema es la calidad del servicio. Una familia apenas ingresa a ser parte de ese sector medio o advierte un ingreso mayor lo invierte en la educación de sus hijos. Como la educación pública es paupérrima asume que la educación privada le puede dar esperanzas de que su hijo tenga éxito en la vida. Ese imaginario está siendo aprovechado por el negocio que han establecido los colegios y universidades privadas exclusivas y que ellos siguen llamando educación. El estado ha perdido el rol de su rectoría en este servicio. Durante décadas, el sindicato, los gobiernos, la crisis y un sinfín de variables del mismo magisterio han traído como consecuencia  la precariedad de la educación, ahora que la gente requiere el servicio, la calidad en lo público no existe, salvo excepciones, un desamparo que traerá malestar social como sucede en otros países.

Hace unos días el presidente de México Enrique Peña Nieto, acuñó la frase que no sólo describe la realidad de su país sino la de muchos lugares en Latinoamérica. Mencionó que el estado debería recuperar la rectoría de la educación en su país. Lo dijo porque la brecha entre la educación pública y privada – exclusiva es abismal. Su estado, al igual que el nuestro apelando al mercado, dejó que la educación ande a la deriva. En  décadas un fuerte sindicato y otras circunstancias disminuyeron la calidad educativa. Obviamente que lobbies de por medio se sentían felices que los gobiernos en estos países, los dejaran acaparar distribución de libros, sistemas y planes educativos a su medida y un desmejoramiento de la calidad de enseñanza del maestro para justificar y vanagloriar lo privado al compararlo con el estatal. Una especie de conspiración internacional.

El resultado lo podemos observar en el último ranking de mejores universidades del mundo donde sólo tres universidades peruanas aparecen entre las mil primeras. El sistema perverso ha terminado por completarse en el último eslabón que debiera ser lo más preclaro de la sociedad y, como si fuera una conspiración meditada y planificada para que sucediese así, las universidades públicas actualmente no tienen ningún mérito. Pero esas reformas educativas en países que adoptaron un sistema económico abierto ya se han hecho sentir. Hasta ahora en Chile existe la discusión d cuánto debe volver a ser estatal la educación y ese es el principal punto de la agenda electoral. Sólo Colombia, de este grupo de países “neo liberales” parece haber entendido la lección y siempre estuvo a la vanguardia en planes educativos, investigando y aplicando modelos propios que no la han hecho caer en niveles al sótano como sucedió en nuestro país.

Aunque se están haciendo esfuerzos en cambiar esta realidad en el país, estos no están tan acelerados como amerita la situación. La ley de reforma educativa y la nueva ley universitaria podrían contribuir en mejorar el problema de fondo si es que se ha entendido que no sólo se trata que el estado regente la educación sino que volverla competitiva no tiene necesariamente que volverla estatizante o controladora de contenidos meramente, sino que innove, adopte medidas y planes exitosos de  otros lugares pero que deje siempre abierto el espacio para la investigación propia, la tecnología y el humanismo entendido no como posiciones políticas sino como esfuerzos integrales de una sociedad para salir de la ignorancia y la superficialidad en la que vive.

Lea: www.federicoabril.blogspot.com