Recuerdos y olvidos

Por diferentes razones [e intuiciones, así llegué al tema de la barbarie del Putumayo en el período cauchero] estoy metido leyendo la bibliografía sobre la memoria colectiva y memoria histórica son temas que causan más de un escozor y no es fácil encontrar consensos. Por lo general se pierde en el meandro del olvido. En el caso español la Literatura ha suplido en parte la omisión del Estado en no elaborar un relato creíble o ponderado de la memoria histórica de las desapariciones, juicios sumarios sin el debido proceso y otras injusticias que sucedieron en el período de la guerra civil y durante la dictadura de Franco. La década del cuarenta fue un proceso sangriento y al final de la dictadura franquista también hay claroscuros sobre este epílogo. Con el proceso de transición se trató de elaborar [construir, re- imaginar, reinventar] un relato modélico, paradigmático de la salida de un país de una decadente dictadura [el libro “Comunidades imaginadas” de Benedict Anderson nos da buena pista sobre este derrotero] a través del sacrificio [o miedo] de la clase política y de la sociedad entera para, de alguna manera, enterrar este funesto período en la que España pasó del ostracismo a encontrarse con la sociedad internacional. El relató que se exportó fue que este proceso fue ejemplar. Que la clase política hizo un enorme sacrificio para no mirar atrás como la ley de punto final que sirvió o levantó la impunidad de muchos de esos crímenes de lesa humanidad. Pero conforme pasaban los años este relato sin mácula aparente comenzó a descostrarse y a cuestionarse como fueron las voces de los familiares de los desaparecidos que todavía están en las fosas comunes o cunetas. La omisión de justicia para estos familiares de los desaparecidos ha traído como consecuencia un Estado muy opaco y una democracia de baja intensidad que se vive en España. Cada vez que reflexiono sobre estas omisiones/negligencias de cara a la memoria histórica comparo con lo sucedido con las muertes de indígenas en el Putumayo y todavía seguimos siendo ese mismo país que hace un apartheid a la población indígena.

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