ESCRIBE: Renato Achata
Vizcarra tramando negar la verdad de su relación con Swing, una asesora que se siente traicionada graba al presidente y negocia su renuncia por el puesto de Iván (su esposo), Celos y rencores entre el equipo femenino de palacio, Richard Swing paneándose de su poder: «yo le ordene cerrar el congreso», un parlamento que se relame de placer al ver herido y sangrando al que disolvió a la generación anterior de este poder estatal, son las escenas de este primer acto de la actual tragicomedia del poder en el Perú.
Lamentablemente al centro de este «juego de tronos» se encuentran los miles de afectados por la pandemia, sus muertos y los millones de trabajadores despedidos o en suspensión perfecta, los que ahora somos empujados a escojer entre la estabilidad de voltear la mirada y dejar pasar este el ilícito presidencial y los que apoyan una vacancia viciada por la venganza corrupta de una costra burocrática y partidaria.
La realidad es que Vizcarra y el congreso reflejan una solo política, que no es otra que garantizar las mejores condiciones para la ganancia burguesa y para ello no han tenido ningún reparo para impulsar un genocidio sanitario en nombre de la ganancia y el comercio. Su disputa no es más que la disputa por gestionar el estado a favor de la CONFIEP y las transnacionales.
Los más probable es que esta crisis política y moral termine con una negociación que reubique a unos y reste poder a otro, pero los trabajadores seguiremos condenados a morir de covid o de hambre.
La realidad exige que se vayan todos, que al calor de nuestro repudiar reconstruyamos el estado y el gobierno, que para mí no es otro que un gobierno de los trabajadores. Gobiernos que implique también una renovación moral del poder.
Para esto sólo necesitamos que ya las direcciones de la CGTP, Conare y Sutep, rompan su convivencia con el gobierno unos y otros superen su sectarismo y convoque ya un paro nacional para echar a todos.