Para muchos es el momento más difícil de la publicación. Brotan los insomnios, gruñes con uno mismo. Estas en un estado de crispación o de puerco espín como le llamo. Se está pendiente de los detalles, de las comas, de los guiones o las rayas, de una frase que debe ser burilada una y otra vez. Flaubert recomendaba que después de cada párrafo uno leyera en voz alta, se corrige mejor. Para Enrique Vila- Matas es el momento más importante del libro. Apelas a todas las recomendaciones y panoplias para esta fase final. Es un trabajo extenuante, llegas hasta paralizar las lecturas y escrituras en la que estás inmerso. Te entregas de lleno, sin pausa. Vuelves a releer el párrafo, la palabra antes escogida suena diferente a la de ahora, y dale otra vez a corregir. Pespunteas con otras miradas. Buscar cerrar los últimos flecos. La escritora Irene Vallejo encuentra una relación entre la escritura y las labores de confección si no miremos el uso de las palabras que se usan: flecos, tramas, entretejer…. No es solo escribir una obra sino el proceso después para el libro llegue a las manos de las lectoras o lectores. La entrega al editor pasa por una criba previa, el editor tiene, con todo derecho, sus lectores o lectoras que opinan sobre la obra. Son opiniones válidas. Después, lo toma un corrector que hace las acotaciones de estilo y le da un valor añadido, si se puede, a la obra. Y el libro sigue su caminho. No se detiene, mientras tanto han pasado unos meses, casi seis o más. Luego de la revisión pasa al diagramador quien plasma como quedaría el libro, y seguimos corrigiendo, sí te topas con un diagramador o diagramadora que le gusta la escritura, te advierte de algunos gazapos. Es un trabajo que no termina. Después de la publicación y lees lo publicado puedes encontrar algunos yerros. Algunos escritores y escritoras opinan que después de publicado no revisan más el libro, no es mi caso, el libro sigue vivo.

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