[ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel].

En “Memorias de mis putas tristes” Gabriel García Márquez narra las peripecias de un nonagenario que no tuvo mejor idea que darse como regalo una niña para una noche de placer, sexual, ni modo. Pero más allá de ese argumento que provocó la ira de los mexicanos contra el Premio Nobel porque –decían, creo con exageración- hacía una apología a la prostitución y a la explotación sexual lo que me provocó miles de reflexiones fue el pasaje en el que se deja entrever que los principales clientes de las muchachitas que trabajan en el oficio eran las autoridades del pueblo y que por eso la madame que las proveía no se preocupaba de nada. Esto es ficción. Es lo real maravilloso. Y uno lee el libro en sus menos de 50 páginas con deleite y pensando en llegar a los 90 años para ver cómo los celebra.

Según sus biógrafos el siempre polémico Jorge Luis Borges en sus obras ha creado el mundo ficticio de tal forma que es un lugar donde las mujeres existen como objetos secundarios y solo para proveer a los hombres de una oportunidad para el sexo. Si hay una arma para la negociación entre hombres el sexo ocupa primer lugar. El sexo está alejado de la procreación o el placer. Eso es ficción y realmente maravilloso. En una de sus últimas columnas para el diario “El país” de España, Mario Vargas Llosa indaga sobre la biografía del cuentista argentino y, además, de indicar que tuvo como enamoradas a dos hermanas (se enamoraba por lo general de mujeres cultas e inteligentes, como Norah Lange y su hermana Haydée, como recuerda el Nobel hace unas semanas), fue un hombre que en la tercera edad encontró el amor recíproco y que le quedó poco tiempo para disfrutarlo, el sexo también.

Así podríamos seguir enumerando la presencia del sexo en las obras de los más grandes de la literatura. Los cuadernos de don Rigoberto o Las travesuras de la niña mala de Mario Vargas Llosa muestran vivencias donde la sodomía y el incesto son frecuentes. Pero no es el objetivo de este columnista realizar un análisis profundo de las profundidades amatorias de los mejores literatos que nos ha dado la vida sino simplemente llamar la atención de quienes se niegan a hablar de sexo o sexualidad cuando los propios sacerdotes –el famoso y solicitado padre Raymundo Portelli lo ha dicho hace pocos días en el programa Pro & Contra TV- afirman que el sexo en una relación de pareja lo es todo. Claro que entre las putas tristes de la obra de Gabo y los escritores felices por deambular en los vericuetos sexuales hay una enorme diferencia que los lectores nos limitamos a observar.