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Luego del contundente resultado de referéndum con porcentajes por encima del 85 por ciento en las cuatro preguntas formuladas, se puede concluir que los peruanos desean un cambio en el país, más allá del tenor de estas interrogantes. Que el presidente de la república Martín Vizcarra sepa interpretar este sentir y no quedarse en la efervescencia simplista del resultado, significará mucho para el futuro del Perú.
Los que celebran y hasta ahora saltan en un pie de felicidad por los resultados del domingo, habrá que recordarles que es recién ahora que comienza la lucha para que las cosas vayan por mejor rumbo. No nos olvidemos que con el referéndum pedimos reformas constitucionales y estas tienen que darse en el Congreso de la República. Eso significa que tendremos que esperar que se vayan a sus casas los actuales y elijamos a otros sobre quienes recaerá tan delicada y transcendental responsabilidad.
Porque no sería nada congruente y serio que le deleguemos esa tarea a los que ahora mismo ocupan una curul en el hemiciclo. Les decimos que no les queremos más, pero antes de irse tienen que decidir sobre estas reformas constitucionales. Naca la pirinaca. Ni de broma.
Por eso serenamente, tras los resultados obtenidos a favor del Ejecutivo –el presidente desde un inicio incluso en Mensaje a la Nación pidió a los peruanos a marcar SI, SI, SI, NO- solo nos queda esperar que el gobierno implemente sin demora las acciones y políticas para concretar el clamor de la ciudadanía reflejado en la urnas el domingo 9.
Pero ojo, debe quedar muy claro que el hartazgo de la mayoría de peruanos no está por cambios superficiales, por maquillajes que mejoren solo el rostro de la gestión Vizcarra, cuidado con eso. Va más allá. Por eso insistimos que el mandatario debe pisar tierra y dejar esos aires de candidato porque le ha llegado la hora de fajarse como estadista.
Los votos de la reciente consulta no piden que le cambien la decoración a la sala o dormitorio. No piden un árbol de Navidad nuevo, tampoco apunta al cambio de personas por personas, porque corremos el peligro de que el remedio resulte peor que la enfermedad. La gran casa de todos necesita cambios estructurales en las bases, en el sistema, en las entrañas mismas de nuestra nación.
¿Cuál será el riguroso, y a la vez transparente, filtro para elegir a los miembros de la Junta Nacional de Justicia -exCNM- para no estar después teniendo jueces corruptos? ¿Cuál será la fórmula para cerrarles el caño de dinero sucio y lavado de activos a los partidos políticos? ¿Qué nos garantiza que los nuevos congresistas serán ciudadanos intachables, probos y preparados para tremenda responsabilidad? ¿Bicameralidad o unicameralidad? ¿Cuál de las dos es la garantía de un Legislativo eficiente y pulcro?
Basta de horas locas y de “barras bravas” enfrentadas, decir que el futuro del país está en juego no significa que le pongamos en un cubilete para echarlo a la suerte. Presidente, aproveche de manera positiva el respaldo ciudadano y lidere usted esa transformación en bien del Perú.
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