Los problemas con la escasez de gas licuado de petróleo (GLP) se están convirtiendo en el calvario recurrente para los conductores de Arequipa que modificaron sus vehículos para que funcionen con este combustible. Esta realidad se ve agravada en los últimos días por la crisis en el Canal de Panamá.
En los últimos años ha quedado claro que la cadena de suministro de GLP para la Ciudad Blanca y todo el territorio nacional es vulnerable a diversos factores: los geopolíticos, como la guerra entre Rusia y Ucrania o los conflictos en Medio Oriente; los medioambientales, como los oleajes anómalos que obligan al cierre de plantas portuarias del litoral peruano; y los operativos, que implican el mantenimiento de la infraestructura que permite el almacenamiento del insumo.
Sequía en el Canal de Panamá: Desabastecimiento de GLP en Arequipa
Una combinación de esos tres factores pone en grave riesgo el suministro de GLP en los grifos de Arequipa. Para entender el problema debemos remitirnos al Canal de Panamá, la principal ruta de comercio marítimo que permite abastecer de combustible al mercado peruano y de gran parte de territorios de la Latinoamérica occidental.
El Canal de Panamá permite conectar los océanos Pacífico y Atlántico, los mas grandes del mundo. Sin embargo, las aguas de ambos mares no se encuentran al mismo nivel, sino con una diferencia de 26 metros. Esto hace imposible que un acueducto no regulado permita el enlace entre ambos cuerpos de agua.
Por ello se concibió un sistema de esclusas de profundidad regulable mediante el embalse de dos lagunas artificiales. Así, los cargueros que circulan por el lugar pasan una serie de ‘piscinas’ que les permiten llegar de un océano a otro, en muchos casos remolcadas por locomotoras y grúas.
En las últimas semanas el sistema de esclusas se ha visto complicada por una sequía que afecta todo Centroamérica. La ausencia de lluvias afecta la cantidad de agua disponible en las lagunas artificiales. En consecuencia, las autoridades de Panamá determinaron reducir la circulación de embarcaciones por el canal hasta el 2 de septiembre, lo que hizo caer el flujo de 38 a 32 barcos. Es decir, hubo una reducción del 16%.
Canal de Panamá: Impacto en las importaciones
La medida tiene en jaque al comercio internacional, dado que por el Canal de Panamá circula un 3.5% del comercio mundial. Al último sábado se reportó unas 130 embarcaciones a la espera de cruzar, entre ellas varias transportadoras de GLP. Mientras que se estimaba retrasos de entre 15 y 19 días para los navíos en cola.
Cada día de demora de las embarcaciones se traduce en millones de dólares de pérdidas. De acuerdo con estimados del 2022, los buques contenedores cobran, en promedio, entre 120 mil y 160 mil dólares por día. Ante la expectativas de varias semanas de espera, varios marineros están optando por tomar desvíos que en algunos casos puede significar hasta 22 días adicionales de viaje.
Todo el incremento en la tarifa de los fletes podría traducirse en un incremento en el precio de venta de los productos transportados, entre ellos el GLP.
La situación medioambiental del Canal de Panamá no es muy halagüeña al mediano plazo. Los problemas de falta de lluvias, relacionados con el calentamiento global, se verían agravados con la llegada del Fenómeno El Niño. Varios expertos meteorólogos coinciden en que 2023 y 2024 van camino a convertirse en los años más cálidos hasta el momento.
Desde el gobierno panameño intentaron restar importancia a la crisis y negaron que los problemas se deban a la sequía. Expertos advirtieron en los meses previos de una mala gestión de los recursos hídricos y de los citados problemas con la ausencia de precipitaciones.
En vista de estos factores, el panorama para el suministro del GLP a los grifos de Arequipa puede ser incierto. Aún así, desde el gobierno de Dina Boluarte llegaron mensajes preocupantes. La producción de gas licuado de petróleo del país podría agotarse en una década. Así lo reconoció el director general de hidrocarburos del Ministerio de Energía y Minas de Perú (Minem), Luís García Cornejo. Esto significa que, para antes del 2035, Arequipa y todo el Perú se convertirán en importadores netos del combustible.
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