En nuestras retinas están prendidas, como el fuego mismo que lo devoró, la imagen en ruinas, la herencia terrible del incendio, lo que quedó en escombros grises y húmedos. Pero como una motivación para no resignarnos ni caer en el adormecimiento del conformismo que nos lleva a llorar sobre sus cenizas. Mejor miremos la belleza y el color que le da vida. Miremos esto que parece una pintura y no una fotografía. De pronto nos anima a sentirnos no cenizas sino el ave Fénix que se levanta para recuperar lo que parece perdido. (Foto de: Mayantú)