Por: Gerald Rodríguez. N
Siempre nos hemos preguntado, ¿por qué nuestros políticos, ya sea en ámbito local, regional o nacional, mienten?, y es que esta actividad mitómana, en el sentido más profundo, busca habitar en el refugio del poder, para dar con una seguridad de protección a sí mismo, mintiéndose y mintiendo a todos quienes lo escuchan. Llegar al poder es llegar a un territorio donde buscarán protegerse de una necesidad de refugio social y económico, mintiéndose y mintiendo para aplacar ciertos complejos que desde niño han ido cavando en ellos, en rechazo de una realidad que lo consume, por un hecho peligroso que lo persigue, sin darse cuenta que, a cuesta de esta protección que altera la realidad de toda una sociedad, la sociedad concibe la mentira como algo muy común entre quienes buscan el poder, por lo que el pueblo criticará más la desestabilización de la imagen de un político, que de una gestión errónea.
La mentira política de los que buscan el poder, habita en una sociedad porosa, liminal, inmanente al vínculo comunicacional. La mentira del mitómano político establece relaciones discursivas al tiempo que limita la verdad, la cual oculta, o la sociedad simplemente lo niega como verdad, se miente, después de haber hecho suyo una verdad que sabe que es mentira, con un cierto sentido de recuperar la esperanza perdida que le dará mayor beneficio. El factor pobreza es palpada por el político mitómano, el pobre decide aceptar del político mitómano sus mentiras para levantar su fe en que todo puede ser diferente, no a partir de una verdad, sino de una mentira. Entonces no existe en ningún futuro posible que la mentira se convierta en verdad, porque nació ya falsa y la decepción es indudablemente irremediable e inevitable.
Con las promesas en el ámbito regional, del candidato que hoy es gobernador de la región Loreto, de crear SENATIS populares, hospitales oncológicos, gas a menor precio, reducir la pobreza con proyectos productivos, de combatir la corrupción, de incremento salariales para docentes de zonas rurales, de mejorar la educación entre tantas promesas que hasta ahora no se cumplen, en estos últimos meses que falta para que termine su gestión, todo es silencio, los gremios, sindicatos y la sociedad civil en su conjunto condicionaron su capacidad de hablar y manifestaron solo su capacidad para callar, por haber aceptado una mentira como verdad. Esto ahonda en el desencadenamiento de la mentira como una práctica social de mayor provecho para cualquier ciudadano, de irrespeto a la leyes, por el modo de cómo adquiere la mentira su forma real desde la política, y extendiéndose esta práctica por toda la sociedad. Son los políticos que mienten y son sus mitos quienes nos engañan, esperando a que nos cuenten otra realidad, con otras mentiras que tomaremos como verdad, en una sociedad que nos dirán que no es nuestra. Entonces la mentira tampoco existe, porque como nace de la realidad falsa, la mentira es tan falsa como nuestra necesidad y nuestra pobreza, que cada día buscamos mentirnos para seguir creyendo que no existe. Ante la impotencia de no poder reclamar, solo atinamos a callar, mintiéndonos una vez más, dejándonos mentir cada día más por el silencio de tantas promesas, hasta hoy, incumplidas.