Por: Gerald  Rodríguez. N

¿Qué entendemos realmente por político?, de su linaje lingüístico griego y de uso común en el latín, es relativo a lo ciudadano o civil, es el que elegido democráticamente, busca servir al pueblo, a la ciudadanía, a la masas quienes lo eligieron por un fin común, representen siempre una afinidad a los interés mayores de los demás, una acción sagrada y representativa para los que son elegidos,  sean los mayores representantes de una mayoría por interés comunes ahora y para la defensa de sus intereses minúsculos y personales. Que desde el gobierno, herramienta para direccionar una sociedad, para el alzamiento en la mejora de sus pares, logren mayores niveles de satisfacción de vida programada y de afectos comunes.

Pero, ¿cuándo este término, esta raíz lingüística semánticamente significativa en un solo concepto sin alteración con límites interpretativos haya sufrido cambios en su lexicografía popular para que se convierta en sinónimo de engaño, de distorsión y de utilidad mitómana, alterando el verdadero término según sus intereses? Pues la política para un joven, un adulto, un ciudadano, un caminante callejero, con cultura de lo bueno y lo malo, que sabe distinguir a lo lejos  la mentira, empezó asociar a este término sagrado y de servicio, en un término de mitómanos y de farsantes y falsos representantes del pueblo que con mentiras llegaron a representar a quienes los eligieron. En el ámbito mundial, nacional y regional, por decir universal, este término se queda hasta ahora encasillado en un club se socios que, con intereses comunes en minoría, se asocian para persuadir a quienes, con cultura política, eligen confiando en el sistema democrático a miembros de un club de mitómanos. La verdadera política ha defenecido y dimos pasos a la mitomanía.

El interés del poder, ese sentimiento alterado de la psicología humana de creerse dueño de todo, es el fin en este club, que valiéndose de la ignorancia de la cultura y jugando con la esperanza de muchos que buscan un cambio, falsearon sus voces, sus representaciones, buscando llegar al gobierno, al poder y lograr subir la  montaña, sin la piedra encimas, dejando a los que vienen atrás, con la piedra en la espalda, para que los pájaros de la miseria y la pobreza sigan alimentándose de sus ojos. La política, en términos específicos y lexicográficos, no representa más el nuevo concepto que ahora se tiene de ello. Usando los intereses proclamados de un pueblo que exige cambio, prometiéndoles darles lo que se merecen, para tan solo valerse de ello y llegar a llenarse los bolsillos de esa ansiedad que vive en sus complejos de inferioridad y obtener la fantasía del poder y la vida buena.

No es raro que en la región, las promesas del actual gobernador hayan nacido de los intereses de los que más necesiten, promesas inclusive que va regando por doquier, ahora desde su cargo, y que solo son ecos falsos en la esperanza de los que le creyeron en él. ¿Hasta cuándo tantas mentiras, tantas patrañas, tanto insulto a la inteligencia y a los sentimientos de mucha gente humilde a quienes les ofreció un cambio fantasma que solo se vislumbra en los que los acompañan en sus mentiras y frases impropias a la verdad?