Conforme a lo establecido por el gobierno, desde este sábado se les exigirá a los inmigrantes venezolanos, el pasaporte para ingresar a Perú; es decir, existe un cambio en las políticas migratorias, toda vez que hasta ahora los venezolanos –al igual que brasileños, paraguayos, uruguayos, ecuatorianos, colombianos, argentinos y chilenos– podían ingresar a nuestro territorio con tan solo su cedula de identidad; y sumado a este cambio, se decidió que solamente podrán solicitar el permiso temporal de permanencia los migrantes venezolanos que hayan entrado antes del 31 de octubre del 2018.

Desde el gobierno indican que, con esta medida migratoria, se espera garantizar el registro seguro y ordenado de los venezolanos que ingresan al país, lo cual beneficiará a ellos mismos y contribuirá a la seguridad interna, ya que, se podrá evitar la entrada de criminales, migrantes con enfermedades graves o víctimas de trata de personas. Sin embargo, considero que esta política migratoria resulta del afán popular del gobierno, toda vez que durante los últimos días se esparcieron noticias falsas e incluso absurdas en contra de los migrantes venezolanos, que advierte temores xenófobos en nuestra población, por el miedo instintivo a lo distinto.

Es menester indicar que las políticas migratorias entendidas como políticas públicas, deben ser esbozadas desde un análisis del problema público existente, considerando a todos los agentes y actores involucrados, mas no deben ser solo reacciones a las exigencias de la población que se siente afectada, debido a que, de acuerdo a la literatura académica, ellos a simple vista pueden confundir el origen del problema público, por lo que es necesario el análisis antes indicado.

En ese sentido, diversos estudios advierten que, si bien la migración puede afectar los sueldos primarios a corto plazo, en el mediano y largo plazo tiene un impacto económico positivo, si es que el país receptor cuenta con la regulación laboral pertinente; asimismo, las tasas de crímenes cometidos por migrantes son, usualmente más bajas que los cometidos por los nativos y las restricciones de entrada a migrantes conlleva, de forma sustancial, al aumento de la cantidad de migrantes que se quedan en el territorio del país receptor o de acogida.

Por todo lo descrito, considero que este cambio en la política migratoria en contra de los migrantes venezolanos no obtendrá los resultados esperados, e incluso podría generar más problemas, ya que, tras esta medida no dejarán de ingresar venezolanos a nuestro país, pero ahora tendrán que arriesgarse más adquiriendo servicios de mafias para su ingreso –como los coyotes en la frontera entre México y Estado Unidos– ya que obtener el pasaporte en su país es un lujo, por lo costoso del trámite; es decir, ingresarán de todas maneras a nuestro país, pero ahora sin ningún tipo de registro o regulación.

Es cierto que, la migración masiva de venezolanos generó miedos en la población por la amenaza que significan para sus puestos de trabajo, sobre todo en las escalas socio-económicas más bajas; pero ello sucede por la precariedad e informalidad de nuestro mercado laboral, lo cual se podría revertir con políticas laborales idóneas que fomenten la formalidad y la estabilidad; así como información, que advierta a nuestros ciudadanos que los migrantes generarán mayor producción y consumo, lo cual engrandece el mercado y beneficia a todos. Asimismo, la migración venezolana responde a una crisis humanitaria y no es recomendable cerrarles las puertas, tal como lo estamos haciendo con estas medidas, ya que en algún momento la situación podría cambiar y con estas políticas públicas migratorias, reaccionarias al clamor popular, podríamos estar cometiendo errores que conllevarían al nacimiento de más problemas públicos.

Miguel Angel Rojas Rios

Abogado

Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas

rojasr.miguel@pucp.edu.pe