Mariló Murúa es una amiga que vive en Vitoria, cada que viene a Madrid, y podemos vernos, hablamos de la vida política y social del País Vasco. Siempre pongo oídos a su punto de vista. Esta vez ,en la cena promovida por ella, hablamos de la novela de Fernando Aramburu, “Patria” de gran éxito editorial en esta parte de la península. Algunos amigos y amigas también me recomendaban leerlo. Me resistía y quien rompió esa resistencia fue el entusiasmo por la novela de Mariló. Un tema tan sangrante como la violencia en el País Vasco no es tan fácil narrarla. Me parece que en Perú con los precedentes de Sendero Luminoso o el MRTA todavía no se ha podido troquelar una novela que aborde lo que ocurrió en esa guerra civil que dejó cerca de 69,000 muertos. La novela de Aramburu venció mis reparos. En la novela, al acotarse al País Vasco, permite bosquejar ese dolido lienzo de lo que significó esa guerra interna. Es la historia en un pueblo con dos familias frente a la violencia de ETA (o como dicen los de derechas en España, de la ETA). Tiene un gran armazón narrativo que dosifica la historia. La hostilización y muerte del marido de una de las familias del pueblo por ETA separa a estas dos madres amigas y familias. La complicidad de los del pueblo con la violencia es contada con gran lucidez, me recordaba las palabras del filósofo vasco Aurelio Arteta sobre el espectador indiferente aquel que se cruza de brazos ante la barbarie, pero cuidado, señala Arteta, que todos podemos estar en esa condición de un momento a otro y volvernos cómplices. Hay una situación que está a lo largo de la novela es la educación sentimental  de los personajes. Me refiero a la de los hijos de estas dos familias. Un médico muy “amadrado”, una hija abogada buscándose a sí misma y con una matrimonio abierto, un joven metido en la organización que quería una patria libre por medio de la violencia, una joven divorciada y con ictus quien promueve las reconciliaciones, un joven escritor y homosexual. A pesar de la violencia ellas y ellos han podido, a su modo y manera y con desgarros, hacer su propia vida emocional, claro, condicionados por la violencia. Me parece que Aramburu ha logrado una gran novela. Algunos han criticado la suerte de final feliz de la novela ¿pero una novela no puede tener final feliz? Me parece hasta moralmente justa que no invalida la historia.

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