[ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel].

Cada vez que escribo sobre la muerte creo escribir, más bien, sobre la vida. Porque la muerte, ya se ha dicho, es la continuación de la vida. La eternidad que le llaman. Y cuando escribo sobre la muerte, vaya uno a saber por qué extraña circunstancia, presiento y siento que a través de una ouija estratosférica es mi padre Carlos Toribio con el asesoramiento de quien considero también mi padre Maurilio Bernardo, dictan todo lo que escribo. Que mis dedos se deslizan por las teclas del blackberry en una combinación perfecta entre pensamiento y sentimiento. Y en este tiempo de tecnología uno se puede permitir la escritura de lo que está sintiendo mientras se lanza rezos y plegarias por la partida inesperada de un hombre que vivió bien.

Todos los que escuchamos sus interpretaciones lo conocíamos como Pepe Mendoza. Cantante, trovador, jaranero, vagabundo y pegado a las cosas buenas que tiene la vida. Era uno de los mejores intérpretes que ha parido la zona de los yuris y omaguas. Y como tal, no habrá por mucho tiempo quien interprete de mejor forma ese himno a la tierra que es “La perla del Huallaga”. Su voz se prestaba para ese tema. Como se prestaba para la interpretación del último tema sobre el equipo de CNI que escribió Raúl Vásquez y que pidió la voz de Pepe Mendoza para presentarlo ante la sociedad en el estadio Max Augustín. Vale decir que como cantante el grande Pepe Mendoza era uno de los mejores.

Como ser humano, también. Más allá de las versiones hipocritonas que uno encuentra en cada sepelio y desechando esa costumbre humanísima de beatificar a los muertos Pepe Mendoza será recordado como un ser humano con gestos demasiado humanos. Me he tomado la tarea de recabar varias versiones de los que trabajaron a su lado y siempre lo recordarán como humano. ¿Hay una manera mejor de recordar a alguien que ha pasado por este mundo? Creo que no. Desprendido en los momentos del dolor ajeno, solidario en los momentos que uno más necesita y dadivoso aún a costa de disminuir sus ingresos. Empresario que vivía bien y hacía el bien muchas veces sin mirar a quien. Quizás haya sido la última década de su vida la que mejor la ha pasado si nos limitamos a las comodidades que da el trabajo desplegado. Esa última década había gozado de la mayor tranquilidad talvez. Como tranquila le vino la muerte. Siete paros cardiacos intermitentes en medio de la desesperación de su esposa le llevaron al más allá. Dicen que se pegó un colerón porque el departamento que acaba de adquirir no estaba como él quería y en medio del Metropolitano le sobrevino el dolor en el pecho que le hizo correr a la clínica, donde con los ajetreos de la sala de emergencia y los cuidados intensivos un médico llamó a “los familiares del señor Mendoza” para darles la triste noticia: “Señora, su esposa, señora, su hermano, ha fallecido”. Inmediatamente el schock que produce en los seres queridos la noticias intempestiva e inesperada. Sano y bueno. El corazón le falló a un hombre de buen corazón. Así de paradójica es la vida. Así se pasa la vida, tan callando, como diría el poeta.

Pero. Pero. Al ver el féretro y observar a los empleados de la agencia funeraria que lanzan frases tan huecas como el ataúd que hoy alberga el cuerpo inerme de ese cantante de los cantantes, grita en mi mente un tema que Pepe Mendoza lo cantaba con el corazón henchido por la pasión y la vocación: “Amazonía, eres como una canción, amazonía…”. Y me imagino las veces que habrá cantado ese tema a los suyos y a los demás. Luego tarareo “Legado de yuris y omaguas, naciste de indio y español, naciste oh tierra tan soñada…” y termino con el himno a CNI que cantó a dos voces con el monstruo de la canción en el estadio Max Austín. Previamente se había sazonado con unos tragos en su casa de la calle Putumayo, la cuadra nueve, a donde había llegado en los últimos años.

Mientras me retiro de la casa mortuoria, pienso en “La plañidera” de Raúl Vásquez, pienso en la desazón que le producía no encontrar apoyo para la producción de un compacto con sus temas, de los avatares por encontrar la sala de grabación para inmortalizar su voz. Y, como por arte de magia, se dibuja en mi cerebro la imagen de su esposa y sus hijas que seguramente comprenderán hasta la eternidad que ese ser humano al que le cargarán en hombros rumbo a la tumba, también fue cargado en vida por aplausos con el coliseo cerrado de Iquitos lleno en el recordado FICA. Y todos entenderemos que Pepe Mendoza vivió para la música aún sabiendo que en esta tierra nadie puede vivir del arte y tiene que sacarle la vuelta a la vocación para combinar lo uno con lo otro. Como lo hicieron todos los cantoamérica que hoy se han juntado para estar en el velorio, unos en cuerpo y otros en alma. Ya Javier, ya Hernan, ya Herman, ya Mario, ya todos los que disfrutamos de tu canto y que tenemos una deuda pendiente con la eternidad de tus interpretaciones. Que nos duele esa muerte. Claro que nos duele. Por inesperada y por malcriada. Por llegar en el momento menos pensado y no pensar en el momento. Nos duele, pues.

Pepe Mendoza, eres como una canción. Serás siempre un canción en medio de este pentagrama que ha sido tu vida. Descansa en paz, hermano.

4 COMENTARIOS

  1. Hoye Ruperto , no seas Mamerto asistes o no asistes al Estadio?… Si asistieras no hicieras esta clase de comentarios

  2. Me entere por este medio de la partida de pepe, que rabia saber de estas noticias, sin explicacion por lo repentino, por lo inexplicable y mas que todo por todo el dolor que causa su partida, compartimos la misma calle arica cuadra 11, la casa donde vivia a lado de la suya, siempre atento, ameno y a pesar de su talento para el canto nunca presumio de el, vivo lejos de mi peru,pero el internet te permite saber las cosas rapidas, pero aun con la distancia, no puedo dejar de sentir una inmensa tristeza, te fuiste pepe y es una pena, el dolor para tu esposa y tus hijos es muy grande, pero nada menos para tus amigos para quienes siempre tuvistes muestras de afecto y cariño, nos quedamos tristes si es la averdad, pero con la esperanza de encontrarnos, por que eso es lo que DIOS tiene para todos.

  3. No se porqué, pero particularmente esta partida me causa mucha aflicción en mi corazón, ese corazón que se negó a seguir dando la vida a un gran hombre, un buen esposo, un padre ejemplar, un gran hijo de Dios, pero con la tranquilidad de saber que se encuentra gozando de la dicha de ver al Padre y al Hijo, descansa en paz estimado Pepe.

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